70 años de la nacionalización de los teléfonos

Como supo decir Perón alguna vez, antes de 1946 había poco de los argentinos. Una de los servicios que estuvo siempre en manos extranjeras fue el de los teléfonos. La Unión Telefónica (máscara del trust inglés: “International Telegraph and Telephoe”, ITT) invertía poco y nada en el mantenimiento y la innovación del servicio. Así, el 18 de marzo de 1948, Perón incorporó los teléfonos al Estado a partir de un convenio mixto (la Empresa Mixta Telefónica Argentina, EMTA). Un año después, tras comprobar el nulo interés de los británicos en invertir en el país, se reemplazó la EMTA por Teléfonos del Estado (que luego sería rebautizada como ENTel: Empresa Nacional de Telecomunicaciones).

En poco tiempo, Argentina se convertiría en líder de prestaciones de servicio telefónico en Latinoamérica. Este tipo de políticas se encuentran firmemente amparadas en los fundamentos que luego se establecerían en la Constitución del 49: el incansable esfuerzo por buscar constituir una Nación “socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana”.

El ajuste y la apuesta neoliberal de los noventa hizo caer en desgracia a nuestra empresa nacional. El Estado neoliberal desgastó la empresa, realizó innumerables despidos y aplacó el mantenimiento de las líneas. Esto motivó la saturación de los ciudadanos, que encontraron con buenos ojos la vuelta a la privatización. El desguace de la empresa fue encabezado por María Julia Alsogaray, quién llevó adelante una de las primeras privatizaciones de la época.

Como se puede observar, y he recalcado tantas veces, dos modelos de país se han establecido históricamente en nuestra nación. Es insoslayable reconocer las estrategias e intereses de ambos para poder definir cuál de los dos se preocupa verdaderamente por el futuro de nuestro pueblo.