Nuestros jóvenes trabajadores, el futuro de nuestro país

La grave situación que atraviesan las trabajadoras y trabajadores argentinos lamentablemente ya no es novedad. Esto no se explica por la resolución de la crisis en el mundo laboral. Más bien todo lo contrario. En el 2018, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), (INDEC), publicó que el 10% de la población en edad laboral se encuentra desempleada. Es decir, alrededor de 2 millones de argentinos y argentinas. Desde  2006 no se presentan valores tan preocupantes.

El panorama se oscurece si contemplamos también la informalidad en el mercado laboral. En nuestro país el 34% de los trabajadores y trabajadoras se encuentran en dicha situación. Los principales afectados son los sectores de menores ingresos y las mujeres. 

Sin embargo, más preocupante aún es el escenario que se presenta al analizar la situación de los jóvenes en Argentina. En el último trimestre se registró una tasa de desempleo joven del 19,3%: dos de diez jóvenes entre 14 y 29 no tienen trabajo. Esta problemática se hace presente desde 2004, agravándose año a año. Dentro de un contexto latinoamericano en el que la mayoría de los y las jóvenes que trabajan lo hacen en un empleo informal, sin seguridad social, nuestro país es aquel con mayor desempleo juvenil en la región. Un puesto que poco debería enorgullecernos. 

El género y el contexto socioeconómico son también aquí factores de mayores niveles de vulnerabilidad laboral: el 25% de las mujeres jóvenes están desempleadas, frente a un 15,4% de varones. La informalidad también es un factor preocupante que duplica los valores de la población adulta: el 60% menor a 30 años que trabaja lo hace en contextos precarios. 

En la población de estas edades hay un factor más de influencia sobre los altos índices de desempleo. Este es la enorme disparidad que se presenta entre los requisitos y especificaciones demandados a la hora de postular a un puesto laboral y aquello que el trabajo mismo les brinda. Las exigencias a la hora de aplicar suelen ser superiores a lo que los puestos requieren para su ejercicio. Ante esta situación, el foco debe estar en su formación con el fin de fortalecer sus capacidades y garantizarles una inserción laboral de calidad.

Desde el Grupo Octubre somos conscientes de la importancia de acompañar a los futuros trabajadoras y trabajadores en su desarrollo para asegurar un porvenir próspero para ellos y la sociedad en su conjunto. Tanto desde la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo, como desde el Instituto Superior Octubre, tenemos como prioridad promover el ejercicio del derecho a la educación superior. Para ello llevamos adelante políticas de acceso mediante el otorgamiento de becas a quienes lo soliciten y/o estén vinculados con las organizaciones sindicales y de la sociedad civil con las cuales nuestras instituciones tienen acuerdos. Sostenemos que no sólo es importante una política inclusiva para el acceso sino que también es indispensable garantizar el acompañamiento para la permanencia y egreso de los y las estudiantes. 

Garantizar el acceso democrático a la universidad y a los estudios superiores de los jóvenes trabajadores y trabajadoras y sus familias también es aportar a un futuro de desarrollo en nuestro país.