Rucci: Argentino y Peronista

José Ignacio Rucci fue asesinado un 25 de septiembre de 1973. Dos días antes, Perón había ganado las elecciones presidenciales con más del 60% de los votos. Rucci era, entonces, secretario general de la Confederación General del Trabajo y había firmado un acuerdo garantizado por el líder del peronismo para frenar la inflación, sin aumentar precios ni salarios. La intención de Perón, recién llegado de un exilio que se alargó casi a 20 años, era apaciguar un ambiente alterado por la sucesión de golpes militares que tutelaban una democracia frágil.

Rucci fue emboscado a la salida de su casa y acribillado a balazos. En aquel entonces, Bagley publicitaba unas galletitas de agua con 23 agujeritos; el clima de época le valió el apodo a su asesinato, que fue conocido como “Operación Traviata”.

Desde el golpe setembrino de 1955, la Resistencia Peronista se había concentrado en los sindicatos (que habían sido más o menos clandestinos, dependiendo la época). Rucci formó parte de las 62 organizaciones y acompañó a Augusto Vandor en la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Siempre dispuesto a reivindicar al peronismo obrero, Rucci no buscó suplantar a Perón en ningún momento, sino seguir sus enseñanzas con lealtad, que buscaban la conciliación entre el obrero y el capital.

Hábil para el discurso, Rucci fue reconocido como un gran orador que supo estar a la altura de la defensa de la central obrera, tanto dentro del país como en su representación en la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En un programa conducido por Sofovich (“Las dos campanas”), en febrero de 1973, Rucci discutió con el líder sindical de izquierda Agustín Tosco. En aquel encuentro, leal al movimiento, sostuvo que “el movimiento obrero sindicalmente organizado se encuentra en la Central Obrera”; en consecuencia, se desprendía que “el compañero Tosco no está dentro de estos requisitos que, por supuesto, no son míos sino de los congresos nacionales de la entidad madre, es decir, la CGT”

Como secretario general de la CGT, a Rucci le tocó firmar el Pacto Social que había pergeñado Perón. Los sectores de izquierda se sintieron traicionados. “Yo sé que me la quieren dar esos hijos de puta, pero no me voy a achicar” habría dicho el mismo día en que lo mataron. Su lealtad al movimiento peronista terminó dictaminando su sentencia de muerte.