Mientras gran parte del país se paraliza por la falta de inversión pública y la obra se detiene generando más desigualdad, nosotros seguimos en movimiento. Porque entendemos que, aún en tiempos difíciles, nuestro compromiso no puede ni debe frenarse.
En un contexto donde las prioridades parecen alejarse cada vez más de las necesidades reales del pueblo, reafirmamos nuestra convicción: todo lo que hacemos es para mejorar la calidad de vida de nuestras afiliadas y afiliados.
Este mes inauguramos la sede de San Isidro, pensada para ofrecer atención integral, incluyendo servicios médicos fundamentales para cuidar la salud de nuestras familias porque no hay derechos sin acceso, y en SUTERH eso es una política, no un eslogan.
También avanzamos en la transformación del Centro Cultural y Deportivo 2 de Octubre. Renovamos la pileta, gimnasio y modernizamos el café porque estos lugares son más que ladrillos, son espacios de comunidad, de encuentro y de pertenencia.
En Valeria del Mar y Villa Gesell, nuestros hoteles también recibieron mejoras significativas. El descanso es parte de una vida digna, y trabajamos para que nuestras familias puedan disfrutarlo con orgullo y comodidad.
Además, la obra de la clínica Carlos Kirco en Villa Gesell avanza a paso firme. Porque creemos que la salud debe estar cerca, ser accesible y de calidad, especialmente en un país donde cada vez se vuelve más difícil acceder a servicios esenciales.
Y no podemos dejar de mencionar La Reja, donde todo el verano propusimos actividades para toda la familia: música, cultura, encuentros. Porque SUTERH no descansa cuando se trata de construir comunidad y generar momentos de alegría y disfrute.
En un país donde muchos cierran puertas, nosotros las abrimos. Donde se impone el ajuste, nosotros elegimos solidaridad y compromiso porque sabemos que es posible construir futuro con trabajo, con inversión y con un proyecto colectivo que no se detiene.
SUTERH está en movimiento. Y ese movimiento mejora la vida.
Aprender, crecer y adaptarnos al futuro
El inicio de clases siempre es un momento de ilusión y desafíos. Es el punto de partida de un nuevo ciclo de aprendizaje y crecimiento para millones de niños y niñas en nuestro país. Pero este año, como en los últimos tiempos, el sistema educativo enfrenta obstáculos que no podemos ignorar: desde dificultades económicas hasta la necesidad de adaptar los modelos de enseñanza a un mundo en transformación.
La educación es la herramienta más poderosa para construir el futuro por eso, debe ser accesible, inclusiva y de calidad. La presencialidad es clave, porque el aprendizaje no se da solo en los libros o en las pantallas, sino en la interacción, en el debate, en los vínculos y el compañerismo. Sin embargo, la escuela también debe evolucionar y preparar a nuestros chicos y chicas para los desafíos que vendrán.
Los padres y madres tienen un rol fundamental. La educación no se limita al aula; continúa en casa, en los valores que se transmiten y en la forma en que acompañamos a nuestros hijos en su desarrollo. Hoy, uno de los mayores retos es encontrar el equilibrio entre la tecnología y la vida cotidiana. Los dispositivos digitales son una herramienta poderosa, pero no pueden reemplazar el juego, el deporte, el encuentro. Es fundamental fomentar una conexión responsable con la tecnología, que permita aprovechar sus beneficios sin perder de vista las relaciones humanas.
Por todo esto, desde SUTERH seguimos apostando por programas de formación complementaria, cursos extracurriculares y espacios de aprendizaje para nuestros afiliados y sus familias. Porque creemos que todos y todas merecen la oportunidad de desarrollar su potencial y soñar con un futuro mejor.
En este nuevo ciclo lectivo, reafirmamos nuestro compromiso con la educación, con el acceso a herramientas que fortalezcan el aprendizaje y con la construcción de una sociedad donde el conocimiento sea un derecho garantizado para todos y todas. Porque un país que invierte en la educación, apuesta por el futuro.
Más que una manifestación, una marcha por la democracia
El sábado pasado, las calles de Argentina fueron testigos de una movilización que no fue una marcha más. No se trató simplemente de una manifestación de descontento, sino de una lucha legítima de hombres y mujeres en defensa de los derechos conquistados, hoy amenazados por un gobierno que avanza con una agenda de ajuste, represión y retroceso social mediante su discurso de odio.
Desde nuestro movimiento sindical, desde cada barrio, desde cada espacio de lucha, más de dos millones de personas salimos a las calles porque entendemos que el silencio solo fortalece a quienes buscan despojarnos de nuestras libertades. Sin embargo, hoy estamos más fuertes que nunca, convencidos que el camino estar unidos y fuertes para hacerle frente al avance del autoritarismo porque una democracia real, no puede basarse en el objetivo de acallar voces distintas.
La democracia no se construye desde el miedo, ni desde la imposición de un modelo que concentra la riqueza en pocos y sumerge en la desesperanza de quienes no responden a sus intereses. La historia nos ha enseñado que los derechos no se mendigan, se defienden con la unidad y la organización del pueblo y la lucha contra la diversidad sexual y la identidad de género, no es la excepción.
Hoy, cuando el gobierno pretende arrasar con derechos fundamentales, con la educación pública, la salud, el salario digno, la justicia social y las políticas de inclusión, nos encontramos en la primera línea de resistencia. No nos dejaremos amedrentar por discursos de odio ni por políticas que buscan criminalizar la protesta. Defender el derecho a una vida digna no es un delito, es una obligación de todo pueblo libre. La instalación del miedo, a través de la mentira para armar una puesta en escena y atacar a quienes piensan diferente, jamás será una opción para nosotros.
La marcha del sábado fue un mensaje claro: Argentina no se rinde. No permitiremos que se consolide un modelo de exclusión y sometimiento. La unidad de los trabajadores, de los estudiantes, de los jubilados, de los distintos colectivos y de cada ciudadano que cree en una patria justa, igualitaria y soberana es el único camino para enfrentar este embate.
La historia la escriben los pueblos que luchan. Sigamos de pie, con convicción y sin miedo. Porque cuando marchamos en defensa de nuestros derechos, estamos defendiendo el futuro de la Argentina.
2025: nuevo año, con el compromiso de siempre
Hoy, más que nunca, nuestro sindicato reafirma su compromiso histórico con cada uno de los trabajadores y trabajadoras que hacen posible nuestra labor diaria: los encargados y encargadas de edificios que, con esfuerzo, dedicación y responsabilidad, llevan adelante el cuidado de tantos hogares de nuestro país.
El año 2025 nos encuentra en un momento crucial. El mundo del trabajo está cambiando, y con él, las necesidades y desafíos que enfrentamos como colectivo. Frente a esto, desde Suterh renovamos nuestro compromiso con nuestra comunidad redoblando nuestros esfuerzos para garantizar sus derechos, brindamos herramientas a través de cursos y capacitaciones, que permitan acceder a mejores oportunidades y ofrecemos a actividades culturales y espacios de esparcimiento para seguir colaborando con el disfrute y la creación de buenos momentos en familia.
Desde nuestra identidad, entendemos que la justicia social no es solo una consigna, es nuestra misión. Por eso, nuestro objetivo continúa siendo trabajar incansablemente por la defensa de los derechos laborales, buscando garantizar el salarios dignos y condiciones laborales justas que aseguren el respeto absoluto a los convenios colectivos que tanto esfuerzo nos costó conquistar y la promoción de capacitaciones que permitan empoderar a nuestra gente, a través de programas gratuitos que brinden los conocimientos para enfrentar los desafíos actuales siempre en un ámbito de solidaridad y acompañamiento, reforzando los lazos entre nuestras familias, promoviendo valores de unidad y apoyo mutuo en cada rincón del país.
El sindicalismo no es solo una herramienta de lucha; es un acto de amor hacia nuestros compañeros para colaborar en la creación de una sociedad más justa e igualitaria y, en consecuencia, un mejor país. Por eso, no bajaremos los brazos ante las adversidades ni permitiremos que se vulneren nuestros derechos y oportunidades.
Con la fuerza de nuestra organización y el espíritu de nuestra comunidad, comenzamos este año con la convicción de seguir creciendo y avanzando junto a nuestros afiliados y afiliadas para brindar un gran presente y un mejor futuro para todos y todas.
Nuestra comunidad hace historia
Cada edificio es un pequeño universo, una comunidad en la que conviven historias, sueños y desafíos. En el corazón de esa comunidad está el encargado o encargada de edificio, figura central que, además de sus responsabilidades cotidianas, desempeña un papel fundamental en el tejido humano de nuestras ciudades.
Detrás de cada jornada de trabajo hay una vida llena de sacrificios, esfuerzos y, sobre todo, de compromiso. Son esas historias las que enriquecen nuestra identidad como gremio y fortalecen nuestra misión de construir un espacio de trabajo digno y humano para todos.
Las historias de vida de los encargados de edificio no solo reflejan su labor diaria, sino también su rol como puente entre los vecinos, su dedicación y el esfuerzo de familias enteras por salir adelante. Más allá de su trabajo, en SUTERH compartimos objetivos y logros que vemos consolidados en historias como las de Magalí, que lidera nuestro equipo de waterpolo femenino y gracias a su esmero llegó a la selección; o la de Sonia que gracias al apoyo de nuestros cursos y capacitaciones logró mejorar la calidad de vida de su hijo Sebastián que tiene síndrome de dawn; o la de Eduardo que gracias a nuestra obra social pudo asistir constantemente a su hija que nació prematura en pandemia.
Estas experiencias nos enseñan que, más allá de las tareas visibles, hay personas con valores, sueños y fundamentalmente, un equipo dispuesto a trabajar por y para su gente. Desde SUTERH seguiremos trabajando para que cada encargado de edificio sepa que su historia importa, que su labor es esencial y que su comunidad reconoce y valora su esfuerzo por eso, trabaja para brindarle siempre mejores servicios y más oportunidades. Porque al final del día, son esas historias las que tejen el alma de nuestras ciudades y reflejan la grandeza de nuestra tarea.
Seguir transformando, SUTERH no se detiene
En tiempos difíciles como los que atraviesa nuestro país, donde la recesión y la incertidumbre económica golpean con fuerza a cada familia trabajadora, el compromiso de SUTERH no solo se mantiene, sino que se fortalece. Cuando el apoyo y la contención son más necesarios que nunca, continuamos invirtiendo y transformando, adaptándonos a las necesidades de nuestros afiliados y sus familias.
La educación y la recreación para los más chicos son pilares fundamentales en nuestra gestión, Cuando el acceso a oportunidades se vuelve cada vez más complejo, nuestras colonias y los programas de desarrollo infantil se presentan como espacios de aprendizaje, crecimiento y disfrute. Son espacios que van mucho más allá del entretenimiento: son instancias para aprender, hacer amigos y formarse en valores.
Otro diferencial de nuestra gestión es seguir invirtiendo en hoteles que hemos estado reformando y son parte de un proyecto que busca hacer realidad el acceso a vacaciones dignas para los trabajadores. Estos espacios representan un respiro y una oportunidad de conexión para quienes día a día trabajan con esfuerzo y dedicación.
En cada inversión y cada nuevo proyecto, reafirmamos nuestra convicción de que SUTERH debe estar al servicio de sus afiliados y afiliadas, brindando servicios que marcan una diferencia en sus vidas. Porque creemos que nuestra labor no se limita a defender derechos laborales; también consiste en construir un futuro.
Hoy redoblamos nuestros esfuerzos porque nuestro compromiso es más fuerte que cualquier crisis. Seguir transformando es, para nosotros, una forma de construir esperanza. Así como defendemos los derechos laborales, defendemos la posibilidad de acceso a la recreación, educación y descanso, porque una vida digna no se mide solo en el ámbito del trabajo, sino en la calidad de vida de cada familia. En este camino, seguiremos adelante, acompañando a cada trabajador y trabajadora, sin detenernos, porque estamos convencidos de que juntos podemos construir un mejor mañana.
Suterh: 82 años de historia
A mis compañeros y compañeras
Como trabajador de edificio y Secretario General del sindicato que agrupa a nuestros compañeros y compañeras, tengo el privilegio de representar a un colectivo que ha sido esencial en la historia de Buenos Aires durante más de 80 años. La labor que desempeñamos no solo se limita a las tareas diarias de mantenimiento y limpieza; somos los pilares que sostienen la vida cotidiana en nuestros edificios, creando espacios seguros y acogedores para nuestras comunidades.
Desde nuestra posición, sabemos que nuestra labor requiere no solo habilidades técnicas, sino también una gran capacidad de adaptación y un profundo sentido de responsabilidad. Cada día, enfrentamos desafíos que van desde el mantenimiento de las instalaciones de los edificios hasta la atención a las necesidades de sus habitantes, siempre con un enfoque en la satisfacción y el bienestar de quienes viven en los edificios. Es un trabajo que exige dedicación y compromiso, y lo hacemos con orgullo.
A lo largo de los años, el sindicato ha sido fundamental en la defensa de nuestros derechos laborales. Hemos luchado por condiciones de trabajo justas, salarios dignos y beneficios que garanticen la estabilidad de nuestros compañeros y sus familias. Este esfuerzo colectivo ha permitido que nuestra voz sea escuchada, y hemos logrado importantes avances que reflejan el valor de nuestra labor.
En tiempos recientes, especialmente durante la pandemia, nuestra función se volvió aún más crítica. Nos encontramos en la primera línea, asegurando la seguridad y el bienestar de los habitantes, a pesar de los riesgos que esto implicaba. La valentía y dedicación de mis compañeros y compañeras brillaron en esos momentos, demostrando una vez más que somos un colectivo trabajador fuerte y solidario.
Es fundamental que reconozcamos la importancia de nuestra labor en la construcción de una ciudad más limpia, habitable y humana. Cada rincón de nuestros edificios lleva la huella del esfuerzo y la dedicación de quienes trabajamos en ellos. Celebrar nuestra historia y nuestra labor es también un llamado a la solidaridad y al respeto por el trabajo que realizamos.
Como Secretario General del Suterh, me comprometo a seguir luchando por nuestros derechos y a promover una cultura de respeto y reconocimiento hacia los trabajadores y trabajadoras de edificios. Juntos, seguiremos construyendo un futuro en el que nuestra labor sea valorada y donde todos podamos trabajar en condiciones dignas y justas. La historia de los trabajadores de edificios en Buenos Aires es una historia de lucha y dignidad, y estoy orgulloso de ser parte de ella.
El hilo se corta…
Hay una verdad que resuena en la vida cotidiana y que, lamentablemente, también se aplica a la política y a la economía: el hilo siempre se corta por lo más delgado. Esta frase, tan simple y certera, describe con precisión lo que está ocurriendo en nuestro país con gobierno que, con el pretexto de la libertad y la modernización, ha emprendido un ajuste brutal que, lejos de afectar a la “casta” como prometió, sigue recayendo sobre las clases más vulnerables.
El ajuste no cesa. Por el contrario, se profundiza día a día, y quienes lo pagan son siempre los que menos tienen y sostienen al país con su esfuerzo diario. El gobierno ha demostrado una vez más que su idea de “libertad” no es más que una excusa para avanzar sobre los derechos de los trabajadores y trabajadoras. La tan cacareada “reforma laboral”, lejos de traer beneficios, abre las puertas a un escenario de despidos masivos con la flexibilidad que los empresarios deseen, sin importar el tamaño de la empresa.
“Van a poder diseñar el esquema (de despidos) que quieran, con la flexibilidad que quieran, a nivel empresa grande, mediana o chica”, dicen los funcionarios pero detrás de estas palabras se esconde una realidad preocupante: la libertad de despedir a quienes han construido y sostienen la economía, sin reparo en las consecuencias sociales de estas decisiones.
El gobierno que prometió terminar con la casta, está demostrando que su verdadero objetivo es desmantelar las conquistas laborales y sociales que tanto nos han costado. No es la casta la que paga este ajuste, son las familias argentinas que ven cómo sus salarios se congelan, cómo sus derechos se desvanecen y cómo la esperanza de un futuro mejor se aleja cada vez más.
Desde SUTERH, no podemos quedarnos callados ante esta embestida. No permitiremos que el hilo se siga cortando por lo más delgado ni que este ajuste siga avanzando sobre los logros que con tanto esfuerzo hemos conseguido. Defenderemos los salarios, los derechos y, sobre todo, el futuro de cada trabajador y trabajadora de edificios en Argentina.
Este ajuste no termina aquí. Sabemos que seguirán atacando más derechos, seguirán intentando despojarnos de lo que hemos construido juntos. Pero que quede claro: desde SUTERH, bajo nuestra conducción, no cesaremos en nuestro compromiso de proteger y mejorar las condiciones de vida de nuestros afiliados. La lucha continúa, y con ella, nuestro compromiso inquebrantable con cada trabajador y trabajadora de nuestro país.
¿Y si probamos con un poco de cultura?
En tiempos de crisis, la cultura suele ser uno de los primeros sectores en sufrir recortes. Sin embargo, es precisamente en estos momentos cuando más necesitamos su aliento e inspiración. En Argentina, el desfinanciamiento y el abandono de la promoción cultural, promovidos por el gobierno como parte de su ajuste salvaje, están erosionando uno de los pilares fundamentales de nuestra identidad y cohesión social.
La cultura no es un lujo ni un capricho; es el reflejo de nuestra alma colectiva, la expresión de nuestras historias y valores. Sin embargo hoy el movimiento cultural se ha reducido a simples publicaciones en redes sociales. La riqueza de nuestro patrimonio cultural, se está viendo desplazada por la banalidad de likes y retweets.
Los programas de desarrollo cultural,están siendo desmantelados. Bibliotecas, teatros, centros culturales y festivales están viendo sus fondos recortados o eliminados y esto, no solo priva a los trabajadores y trabajadoras de la cultura de sus medios de vida, sino que también anula espacios de encuentro, crecimiento personal y comunitario.
Necesitamos políticas públicas que valoren y promuevan la diversidad cultural, que fomenten la creatividad y el pensamiento crítico. Urge retomar el camino de la inversión en desarrollo cultural, garantizando el acceso para todos y todas sin distinción.
La cultura tiene el poder de transformar vidas, de generar esperanza y de construir puentes en tiempos de división. Nos invita a reflexionar sobre nuestra condición humana, a cuestionar lo establecido y a imaginar nuevas posibilidades. En lugar de limitarla, debemos promoverla y fortalecerla. En vez de verla como un gasto superfluo, hay que entenderla como una inversión esencial. Es hora de dejar de lado los slogans y apostar por un verdadero compromiso que reconozca el valor intrínseco de las artes y las humanidades.
Sin duda, este es el antídoto que necesitamos para enfrentar los desafíos que se nos presentan. Es una herramienta para entendernos mejor, para sanar nuestras heridas y construir un país más justo y equitativo. No podemos permitir que su luz se apague por la indiferencia o la miopía de quienes deberían estar velando por nuestro bienestar.
En conclusión, la cultura es más que un adorno; es la esencia misma de nuestra humanidad. ¿Y si probamos con un poco de cultura? Quizás descubramos que, en ella, encontraremos las respuestas que tanto necesitamos.
Invierno, Frío
El invierno ha llegado, y con él, un frío intenso que cala hasta los huesos. No solo enfrentamos temperaturas gélidas que nos obligan a abrigarnos, sino que también enfrentamos un invierno simbólico, uno mucho más cruel. Una temporada que se mide en la desesperanza y la precariedad que sufren los argentinos y argentinas, especialmente aquellos que menos tienen.
Las tarifas de gas, agua y servicios aumentaron de manera desproporcionada, poniendo una carga insoportable sobre los más necesitados. Mientras, el gobierno solo piensa en bajar la inflación ofreciendo promesas vacías que llevan al congelamiento de salarios, la pérdida de puestos de trabajo y la ruina de las pymes, que son el motor de nuestra economía.
Vivimos un frío que proviene de la indiferencia de un gobierno que ha decidido mirar hacia otro lado mientras los trabajadores y trabajadoras luchan por sobrevivir. Un gobierno que no comprendió que el rol del Estado es imprescindible para atender las necesidades de su gente.
La falta de acción y recursos destinados a los más vulnerables es un reflejo de una administración que no prioriza el bienestar de su gente. ¿Qué logran? El vaciamiento de la educación pública, la ruina del sistema de salud y la pérdida de esperanza de un futuro mejor.
Es imperativo apelar a la responsabilidad. El Estado debe asumir su rol y garantizar que ningún argentino ni argentina pase frío, tanto en sentido literal como figurado. No podemos permitir que se continúe ignorando el sufrimiento del pueblo. La política de ajuste brutal debe ser reemplazada por una política de inclusión y solidaridad, donde los derechos de los trabajadores sean reivindicados y protegidos.
La historia nos enseña que los inviernos siempre llegan a su fin pero para que la primavera vuelva, necesitamos medidas concretas, planes efectivos e inversión en recursos.
Hoy, más que nunca, es fundamental que aquellos en el poder comprendan que no se puede gobernar solo con slogans y promesas. Es hora de abrigar a nuestra Patria con acciones reales, de devolver la esperanza y de construir juntos un país donde nadie tenga nunca que pasar frío.