Por las redes sociales circuló recientemente un video registrado en el palier de un edificio donde puede verse cómo un hombre joven golpea a una persona mayor de manera descontrolada. Sólo la intervención del encargado evitó que la situación tuviera consecuencias más graves.
Después se supo que el agresor vive en el edificio y que ya había tenido problemas con muchos vecinos. Incluso dos años atrás había agredido al propio encargado. Aquí no hubo ficción, sólo una cámara que captó el violento incidente mientras sucedía.
Hechos como este no son aislados. Estamos atravesando un momento cargado de tensiones que favorecen y alientan en algunos casos la resolución violenta de cualquier clase de conflictos. Desde hace unos años, comenzaron a difundirse discursos de odio que suelen crecer al calor del debilitamiento de valores y prácticas democráticas.
Discursos de odio son todos aquellos que procuren promover, incitar o legitimar la discriminación, la deshumanización y/o la violencia hacia una persona o un grupo de personas en función de la pertenencia de las mismas a un grupo religioso, étnico, nacional,
político, laboral, racial, de género o cualquier otra identidad social.
El resultado de algunas encuestas sobre este tema, como la que llevan adelante investigadores el CONICET, indica que más del 25% de la población de nuestro país es capaz de apoyar los discursos de odio, mientras un 17% sería indiferente y un 56,8% los
criticaría o desaprobaría.
Los discursos de odio que se reproducen en los medios de comunicación y redes sociales generan también violencia en la vida real. Ya sea cuando sus destinatarios son dirigentes políticos o sindicales o integrantes de un colectivo laboral o social determinado.
Los periodistas deberían estar atentos a los nuevos formatos en los que se expresa el odio, a la hora de informar y opinar públicamente. Lamentablemente muchas veces consagrados
comunicadores están al frente de la instalación de estas campañas de difamación. Los discursos de odio y las noticias falsas van de la mano ya que son generadas por usinas de poder que desinforman apelando a las emociones y con el objetivo de desestabilizar a las
democracias.
Un ejemplo de cómo actúan los discursos de odio lo encontramos en la figura de Cristina Fernández que ha sido objeto de vejaciones simbólicas por parte de los medios de comunicación, políticos de la oposición y manifestantes en el espacio público. Imágenes como la de la vicepresidenta colgada en una horca o enfrentando una guillotina y bolsas mortuorias con fotos y nombres de funcionarios del oficialismo buscan deslegitimar y estigmatizar a un determinado sector político.
Estas imágenes no sólo no fueron repudiadas, sino que también en muchos casos fueron alentadas y justificadas por medios y figuras políticas que encontraron en las redes un espacio de resonancia y difusión.
El director del Centro Ana Frank de la Argentina, Héctor Shalom, analizó el intento de magnicidio ocurrido contra la vicepresidenta Cristina Kirchner diciendo que hay que “analizar al discurso de odio como una incitación al acto de violencia porque, finalmente, vimos que alguien puso en acto aquello que otros construyeron”.
VÍCTOR SANTA MARÍA
Secretario General del SUTERH
Coordinador Grupo Octubre
El desafío mayúsculo que implica crear conciencia ambiental y no caer en la trampa del falso ambientalismo (o ir a los extremos de ambientalismo vs. desarrollo)
Las comunidades evolucionan una vez que evolucionan las personas que viven en ellas.
“Todos quieren cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”, expresión reconocida a el escritor León Tolstói.
Entonces, para generar ese cambio, que impacte positivamente en el ambiente y el ecosistema que nos rodea, es necesario, primero, empezar por uno, tener la autoridad moral e intelectual a partir del ejemplo y no sólo desde un discurso empalagoso, trillado, para ser parte de un fenómeno comunicacional de moda.
Nuestro desafío como líderes, representantes de distintas organizaciones, no sólo debemos redoblar los esfuerzos, ser lo suficientemente autocríticos o asumir el compromiso para hacer frente a los desafíos ambientales, sino también tener la capacidad de comprometer a todos los actores sociales, trabajadores y referentes que forman parte de nuestro ecosistema.
Debemos involucrarnos y transformar realidades incluyendo el desafío de representar un liderazgo ambiental positivo y conducente. Los líderes ambientales son personas comprometidas entusiastas, que contagian y que, por sobre todo, se dedican a conocer la realidad ambiental de su entorno y a partir de ahí proponer soluciones y diseñar programas para generar conciencia ambiental positiva, integrada a los desafíos que nos impone el delicado equilibrio entre desarrollo – Producción – trabajo – impacto social – impacto ambiental .
Todo aquel que tiene a su cargo responsabilidades desde su trabajo y su entorno, deben adoptar conductas con la intención de impactar positivamente en el ambiente desde cada acción que realizan, para ello, debemos dotarlos de información, conocimientos y herramientas para resolver y promover el uso responsable y eficiente de todos los recursos con los que interactúan y utilizan en el día a día de sus vidas profesionales y personales.
Una huerta familiar, un programa de separación de residuos, el uso responsable del agua, hasta el diseño e implementación de políticas para reducir abruptamente el uso de la energia son propuestas frecuentes, que se sostienen si y solo si tomamos verdadera conciencia de la carencia real de estos recursos y el enorme costo de generación asociado y el impacto en el bolsillo de los ciudadanos y ciudadanas de a pie.
Hago referencia especial a la gestión del agua, de manera eficiente y sostenible. Si queremos agua, lo único que tenemos que hacer es abrir el grifo. Este impulso tan simple nos hace olvidar que es un bien tan necesario como limitado y cada día más costoso. Garantizar el futuro del agua pasa por conocer el volumen real del recurso hídrico, que consumimos a diario, la huella hídrica, y hacer una gestión más eficiente y sostenible en cada uno de nuestros entornos.
Impulsar el desarrollo sostenible requiere ir más allá del mero crecimiento económico centrado en el aumento de nivel de la actividad económica, porque exige, sobre todo lograr transformaciones en el sistema económico y social, mejoras cualitativas, trabajo digno, despliegue de potencialidades e, incluso abordar la democratización del poder y la participación social en la toma de decisiones.
El desafío de una sociedad sostenible consiste en promover el desarrollo pleno de la comunidad dentro de los límites ambientales de su territorio, lo que sugiere poner a la economía al servicio de la sociedad, y con ello, obtener un sistema económico ecoeficiente, favoreciendo la generación de empleo de calidad. Se trata, ni más ni menos, de evitar la sobreexplotación de los recursos naturales y de la infrautilización de los recursos laborales, integrando economía – medio ambiente con criterios de sostenibilidad.
Porque si pretendemos mirar hacia un futuro que tenga una posibilidad real de subsistencia para nuestra sociedad, sólo será posible si pensamos a largo plazo, con conciencia ecológica y, sobre todo, con respeto a nuestros ecosistemas. Sólo así podremos desarrollar economías fortalecidas, que integren la capacidad individual y colectiva de las personas con la sustentabilidad, como bien han sabido hacerlo nuestros antepasados, aprovechando al máximo cada uno de nuestros recursos, sin sobreexplotar sus capacidades.
El futuro de nuestra humanidad es verde, y es consciente y ya es tiempo de que nos sumemos al cambio.
Cuando la persecución política se disfraza de “justicia”
Sobrados ejemplos tenemos en la historia reciente de Latinoamérica de procesos judiciales que se ven empañados por las inconsistencias, por los absurdos y por una clara intencionalidad de perseguir a aquellos representantes de los intereses populares.
Sucedió con Evo Morales en Bolivia, con Lula Da Silva en Brasil, y ahora más cercano a nosotros con Cristina Fernández “.
Pero no pretendo aquí ahondar en la figura de Cristina, las manifestaciones a su favor, y en clara expresión del apoyo popular de las últimas semanas o siquiera en los hechos que la llevaron a tener que protagonizar dicho juicio, montado sobre un relato corporativo judicial inexplicable.
Si, considero oportuno expresar una reflexión acerca de la gravedad que implica para nuestra democracia la espectacularización mediática, la escenografía de un juicio que no pretende otra cosa que colocar a la figura de Cristina en el lugar de “culpable de todos los males ” a como de lugar. Lawfare puro y duro.
Es inadmisible que, a casi 40 años de la recuperación de la democracia, estemos discutiendo todavía los márgenes y límites de los poderes de la republica, acomodando el discurso, y fijando como slogan “el poder ejecutivo avasallando el poder judicial” – que parece solo aplicar cuando el gobierno defiende intereses populares y alienta la confrontación lógica contra los poderes concentrados de la derecha mas recalcitrante. Alguien a esta altura puede dudar, de la avanzada judicial organizada, contra la figura central de una persona que lidera un movimiento popular legitimo, y que desde esta modelo también podemos plantear la figura de la asociación ilícita para “cancelar” al peronismo, en definitiva para convertir a los Movimientos Sociales en peligrosos adversarios que necesariamente deben ser debilitados.
Es igual de preocupante el tratamiento que se está haciendo del caso, y cómo, lejos de priorizar la búsqueda de la verdad y de la justicia independiente, no se hace más que seguir proliferando los discursos que dividen entre “ellos” y “nosotros”, ahondando aún más la grieta que, a estas alturas, podría decir que es imposible de cerrar.
Nuevamente volvemos a hablar de una cacería mediática, política y judicial que reaviva nuestros peores temores y que poco nutren la discusión de cómo continuar construyendo un país mejor, mas justo, inclusivo, y por sobre todo donde volver a la centralidad del trabajo y el desarrollo como única bandera.
Porque la realidad, es que esto no se trata de una búsqueda de justicia genuina, sino que es con todas las letras un claro atentado contra aquél que se atreva a poner en jaque al poderío económico, a aquél que busque priorizar el bienestar de las mayorías por sobre los intereses de unos pocos. Lo que buscan es aleccionar, en demostrar que ellos tendrán la última palabra y que finalmente habrán cumplido su cometido.
Porque cuando la persecución política se disfraza de justicia, se habilita a poner en duda toda norma constitucional, con tal de ver caer aquello que repudian y ser dueños de la verdad. Pero la justicia real no se puede comprar ni maquillar, ni se puede subestimar el apoyo genuino de un pueblo a aquellos representantes que nunca los dejaron, ni los dejaran solos.
Mientras terminó de escribir estas líneas, aparece la noticia de intento de magnicidio de Cristina , justamente, quien me inspiró a plantear la editorial de este mes. No puedo más que advertir lo que estoy sintiendo en una mezcla de consternación, preocupación y enorme sentido de la responsabilidad frente al hecho más grave de los 40 años de historia de la democracia.
Volveré con una reflexión dedicada a este enorme, triste y conmovedor acontecimiento que marcará la historia de nuestro país. Ahora es tiempo de una profunda reflexión y apoyo a la compañera Cristina y a todos los que creemos en una Argentina grande, inclusiva , y justa para todos y todas.
Luchas laborales: Fortalecerse en tiempos de cambios
Una vez más, la crisis económica a nivel mundial repercute en nuestro país y más que nunca es necesario unirnos, reacomodarnos y fortalecernos para continuar lo que queda del 2022.
Ante este contexto complejo, vuelvo a repensar mi rol al frente del SUTERH, y el valor que tienen los sindicatos en este país históricamente, como aquel nexo clave entre el pueblo trabajador y la defensa de sus derechos.
Sin perder ese concepto como norte, el camino a seguir para nosotros los sindicalistas es mucho más claro: estamos aquí para hacer oír las necesidades de la gente, de recordar que la unión hace la fuerza y que lo correcto es seguir firmes para continuar creciendo.
Me es inevitable no recordar aquella frase de la gran Evita, de quien recientemente recordamos el 70° aniversario de su fallecimiento: “Donde hay un trabajador, se encuentra una nación”.
Lo cierto es que Argentina es lo que es gracias a su gente y su trabajo, el motor que le da la fuerza para superar todos los obstáculos que enfrentamos desde los comienzos.
Pensando en esto, considero que es una gran responsabilidad para mí continuar fortaleciendo al sindicato a través de los logros que hemos ido obteniendo a lo largo de este año. Logros que sólo son posibles gracias a la gestión, a estar presentes y seguir por y para los trabajadores.
Es el compromiso por el cual seguiré trabajando, para seguir luchando y para seguir creciendo junto al SUTERH y sus asociados. Los cambios sólo nos hacen más fuertes si tiramos todos para el mismo lado.
Futuro laboral: La discusión es aquí y ahora
El futuro del trabajo es el desafío verdadero de la agenda este 2022: Todos los líderes con vocación de transformar deben establecer políticas que aborden el problema de la ampliación de la desigualdad de ingresos y otras inequidades (inducidas por la tecnología y la reducción en la jornada laboral), más allá de la discusión instalada sobre transformar planes en trabajo genuino, capacitación y pragmatismos mediante.
Post-pandemia (que no parezca utópico ) se abrieron discusiones que la propia dinámica de la evolución de la tecnología y la robótica (lo que podemos llamar la cuarta revolución industrial ) no lograron consolidar como eje central de la agenda de los referentes sindicales , empresarios y el propio estado. Pero son ellos quienes deben comprender que el “patear para adelante” ya no es una opción. La discusión es aquí y ahora.
La respuesta, claro está, se encuentra en la importancia de la formación y la educación como motor clave del ascenso social. Pensar en los desafíos laborales del futuro implica encontrar la forma de integrar y atraer recurso humano, tanto para aquellos jóvenes que no conciben el trabajo como un modo para ganarse la vida sino como “un medio para un fin”, como para aquellos que ven en el trabajo una posibilidad de cambiar su realidad social.
Comprender el valor del talento real, en combinación a las posibilidades que ofrece el mercado laboral actual será la clave para el crecimiento de las empresas que crean trabajo, y, por ende, ayudará a que la región pueda superar esta nueva crisis en la que estamos sumidos.
Porque el trabajo del futuro se enmarcara en estructuras dinámicas mucho más flexibles, y sin dudas habrá (o hay) una nueva configuración del empleo mucho más independiente, con relaciones esporádicas entre empleado y empleador, sumado a la aventura que sugiere para los jóvenes la aldea global y las (sobre) promesas que impone la nueva economía (crypto – blockchain- tokenizacion entre otra terminologías no aptas para analógicos ).
Ante este panorama es inminente una re-definición de las organizaciones sindicales comprometidas a abordar como política la evolución y transformación que se asocian a los seguros de desempleo, salario mínimo, mecanismo de negociación colectiva, protección social asociada al puesto de trabajo. Es allí en donde se aceleraron mutaciones que son esenciales para el día a día laboral y que si o si “debemos” abordar.
Por otra parte, la convergencia y relación directa con la cuestión educativa es también un desafío mayúsculo. Es obligatorio y necesario rediseñar la currícula de la educación básica, reformar los sistemas de capacitación profesional y establecer sistemas para el aprendizaje continuo, debido a todos los estímulos que impone la digitalización de la economía y nuestra vida diaria. Pero además, siempre teniendo como norte la inclusión y el compromiso de atacar un problema como es la brecha digital como política central de inclusión social y educativa para TODAS las generaciones.
La prioridad (y la mía) es la agenda del trabajo , confrontando indicadores y los desafíos que nos impone una realidad global muy compleja sumado a la 4ta revolución industrial ya entre nosotros.
El foco también continúa puesto en la capacitación y la inclusión laboral -desde un sentido de responsabilidad, compromiso y convicción- como la más valiosa herramienta de transformación e igualdad de derechos para todos y todas los hombres y mujeres de nuestro país.
Internet, brecha digital y acceso a la información: Los desafíos de la sociedad 4.0
Internet es una de las herramientas más poderosas que tenemos en la sociedad actual. El avance de esta tecnología nos ha brindado infinitas posibilidades de crecimiento en casi todos los campos: Educación, comercio, trabajo, comunicación e incluso las relaciones humanas.Tanto es así, que no podemos concebir algunos aspectos de nuestra vida cotidiana sin la utilización de Internet.
Sin embargo, esta revolución tecnológica a la que acceden las clases medias y altas, pone de manifiesto otra realidad y una nueva manera de segregar a aquellos con menores recursos: la famosa brecha digital.
De nada sirve pensar en las ventajas de una sociedad 4.0 y sus infinitas posibilidades en cuanto a crecimiento industrial si no pensamos conjuntamente en maneras de acortar la brecha digital.
El acceso al trabajo y a mejores oportunidades no puede quedar reducido a una nueva competencia entre quienes poseen acceso a la tecnología y a Internet y aquellos que apenas pueden contar con un teléfono celular.
Internet debe ser sinónimo de crecimiento, de oportunidades, de democratización de la información, y, de esta manera, sólo se generan nuevas desigualdades.
Es responsabilidad de las empresas de tecnología e Internet en el mundo, y de las políticas de los gobiernos en transformar Internet en una herramienta para el cambio social, y no, una presión extra en la cuál pensar para aquellos que no dominan sus ventajas.
Acortar la brecha digital es un desafío y a la vez una obligación para quienes tienen el poder de cambiar las cosas. El acceso al Internet no debe quedar reducido a un “sálvese quién pueda”.
De otro modo, el propósito con el que creado dejará de tener sentido: Una manera de acercar la información a la gente y ayudarlas a expandir sus posibilidades.
La robótica como generador de oportunidades para niños y niñas
El mes pasado, el SUTERH emprendió un desafío histórico: Inaugurar la primera escuela de robótica sindical para niños y niñas del país. Finalmente, a principios de este mes pudimos ver ese sueño concretado, con el comienzo de las clases en la sede del CFP N°28 del barrio de San Telmo.
Como secretario general del sindicato, es uno de mis ejes de gestión pensar en nuevas posibilidades para que los hijos e hijas de los encargados de edificios puedan aprovechar, instándolos a pensar en grande. ¿Y qué mejor manera de fomentarlo que a través de la robótica?
Soy un convencido de que, para crear oportunidades en las carreras del mañana, debemos acercar este tipo de herramientas a los más chicos, para que pierdan el miedo y exploren su curiosidad.
Porque no es necesario ser un erudito en informática a temprana edad para comenzar a jugar con la robótica. Por el contrario, basta con tener esas ganas de aprender que sólo los chicos y chicas tienen.
Incentivar a los más pequeños a iniciarse en el universo de la informática, poco tiene que ver con las fórmulas y las ciencias duras. A través de la robótica, los niños y niñas pueden aprender sobre pensamiento lógico, trabajo en equipo, resolución de conflictos, pensamiento creativo, comunicación y, sobre todo, de creatividad.
La robótica puede ofrecerle a los niños y niñas un mundo de infinitas posibilidades, y pienso que puede y debe funcionar como un puente de oportunidades para el desarrollo de sus futuros.
Es a través de iniciativas como las del SUTERH que se logran acercar estas propuestas al común de la gente, democratizando el conocimiento y acercándolo para que todos y todas puedan experimentarlo, sin condicionarse por sus saberes previos o clase social.
Porque es gracias a estas posibilidades que logramos que nuestros hijos e hijas no se autolimiten, y dejen volar su imaginación, descubriendo sus pasiones y lo que quieren lograr el día de mañana.
Si queremos pensar en un futuro para nuestros hijos e hijas en el país, debemos seguir fomentando este tipo de oportunidades, y hacerles saber que mientras sean curiosos, sus sueños no tendrán límites.
Era momento de reconectarnos con la cultura…
Que la pandemia hirió de manera impensada a los hacedores culturales, es una realidad que ya todos conocemos. Aún, muchos siguen sufriendo las consecuencias del parate que transitó el arte y la cultura durante todo el 2020 y parte del 2021.
Es innegable también, que el aislamiento preventivo y obligatorio supuso que los mismos hacedores culturales debieron ingeniárselas para seguir llevando a la gente lo mejor que saben hacer. En ese sentido, el uso de las redes sociales y las nuevas plataformas de streaming fueron una herramienta fundamental para subsistir al encierro.
Sin embargo, con el comienzo del 2022 podemos decir que, después de muchísimo sacrificio y esfuerzo por parte de la sociedad en su conjunto, esos días están prácticamente en el pasado. Es que, con el avance de la vacunación y la merma del nivel de contagios de coronavirus, el arte y la cultura está resurgiendo de sus cenizas, y la gente está impaciente de reconectarse con ella.
La apertura de museos, festivales musicales, ferias, recitales y demás implicó un nuevo auge de salidas recreativas en todo el país. Al temor de la enfermedad, y la tristeza de la muerte, se la combatió con sonidos, con pintura, poesías, encuentros…
Aunque nos encontremos entre el medio de guerras mundiales y crisis económicas, este nuevo estallido cultural en la post-pandemia, es la clara muestra de que, aún en los tiempos más oscuros, el arte nos une y nos da esperanza. Y, sobre todo, nos invita a pensar en mundos posibles, en donde sólo reina la belleza de las pequeñas cosas y el volver a reconectarse con las emociones.
Los seres humanos extrañábamos eso que, durante mucho tiempo, dimos por sentado: El estar presentes en el aquí y ahora, compartiendo el talento de nuestros artistas, todos juntos.
Es por este redescubrimiento y necesidad que se despertó con mucha fuerza, y, gracias a mi rol al frente de SUTERH, así como también desde los distintos espacios de los que formo parte (y del cual tengo la enorme responsabilidad de tomar decisiones), es que redoblaremos los esfuerzos para ser un vehículo facilitador del acercamiento de la cultura a la sociedad, generando propuestas culturales que estén al alcance de todos y todas.
Mi compromiso es con los hacedores culturales y con los sectores populares, acercando siempre nuevas propuestas y movimientos, pensando constantemente en las distintas audiencias con toda su diversidad, y con el desafío permanente de transformar realidades complejas.
Estamos comprometidos en el impulso a trabajar para que la cultura, junto con el deporte, sean esa bandera que oriente a las nuevas generaciones hacia una sociedad distinta y un futuro mejor.
Es que, hoy por hoy, antes estas realidades complejas, la cultura se erige como un vehículo imprescindible para sentirse libre, para expresarse, distraerse, salir de la rutina, vivir mejor e incluso, para disfrutar de esos pequeños pero profundos encuentros , además de un motor de desarrollo fundamental para nuestro país.
LA IMPORTANCIA DE SEGUIR GARANTIZANDO EL DERECHO A LA EDUCACIÓN EN MUJERES Y NIÑAS: UN DESAFÍO CLAVE EN EL MUNDO POST-PANDEMIA
Considerando la cercanía que tenemos con el 8 de marzo y el hecho de que el 11 de febrero se celebró el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, creo que es esencial volver a plantear en la agenda la importancia del acceso de las mujeres y niñas a la educación de calidad como un derecho fundamental para los desafíos que enfrentaremos en este contexto post-pandemia.
No podremos hablar de un mundo en vías de reconstrucción, sino planteamos antes la importancia de la igualdad de derechos, una problemática que se ha visto más que en evidencia a partir del 2020.
Y, en ese marco, sólo el acceso igualitario a la educación podrá asegurarnos vivir en una sociedad en donde todos los derechos humanos básicos sean respetados, y en donde todas las personas, indistintamente de su género, puedan tener una chance a progresar y crecer en la vida.
De acuerdo con datos del Instituto de Estadística de la UNESCO, existe un mayor número de niñas sin escolarizar que de niños – 16 millones de niñas nunca irá a la escuela – y las mujeres representan dos tercios de los 750 millones de adultos que carecen de conocimientos básicos de alfabetización.
Recordemos que son cientos los organismos internacionales y estudios que han demostrado el por qué es importante para el progreso de las economías nacionales y sus sociedades garantizar el acceso de niñas y mujeres a la educación. Por nombrar sólo algunos de los puntos claves según la UNESCO:
–Reduce las tazas de desempleo, y genera mayor productividad a nivel mundial.
–Contribuye a mejorar la salud de las madres y los niños, reduciendo la mortalidad.
–Aumenta la autonomía económica de las mujeres y ayuda a superar la discriminación.
–Reduce la pobreza extrema.
–Recupera las infancias de las niñas y contribuye a disminuir embarazos no planificados.
Teniendo en cuenta estos datos y con la vuelta a la escolaridad de manera presencial para este 2022 en la Argentina, es fundamental preguntarnos qué acciones se tomarán al respecto para garantizar ese acceso igualitario de chicas y chicos a las aulas.
Es por esto que propongo instalar este tema crucial para pensar en el mundo post-covid, de replantearnos las desigualdades que la pandemia ha expuesto a la luz durante estos dos últimos años, y, sobre todo, qué podemos demandar como sociedad a nuestros gobiernos locales, provinciales y nacionales al respecto.
Porque sólo garantizando el derecho a la educación de todos por igual, podremos continuar dando pasos en la dirección correcta de construir la Argentina que merecemos, brindando mayores oportunidades de crecimiento para todos y todas.
Desafíos 2022: Promover la cultura como motor del cambio y la integración social
Hablar de cultura siempre supone un tema un complejo, debido a que existen tantas definiciones como visiones acerca de qué es. Sin embargo, no tenemos por qué detenernos a definir si la cultura es tal cosa sí y tal cosa no. Por el contrario, considero que la cultura puede ser todo: Tradiciones, modos de vida, historia, leyes, tecnología, movimientos, todo tipo de manifestaciones artísticas…la lista podría seguir y seguir dependiendo de con quién se esté hablando.
Pero en este editorial, yo quiero detenerme a hablar acerca de uno de los mayores desafíos que tenemos por delante en este 2022: El de pensar en la cultura como motor del cambio y la integración social.
Teniendo en cuenta lo que describí anteriormente, es evidente por qué la cultura puede y tiene que funcionar como un puente integrador entre los grupos y las personas que forman parte de una sociedad. Porque la cultura tiene la característica de ser todo aquello que el hombre crea, y puede funcionar como una herramienta para transformar la vida de las personas.
El desafío, pasa por cómo promover la cultura en beneficio de la integración social. Para esto, es fundamental que, desde el Estado, las organizaciones y las instituciones promuevan y fomenten políticas que impulsen la difusión de actividades y espacios culturales. No como un mero ítem con el que hay que cumplir, sino que la cultura se convierta en una verdadera bandera que levantamos, porque creemos en su capacidad transformadora.
Debemos promover una cultura que ponga el énfasis en la integración social, reflejando aquellas historias y problemáticas que atraviesan a los grupos minoritarios, para así poder encontrar propuestas que solucionen y mejoren estas problemáticas.
La cultura tiene que funcionar como aquella herramienta de la que se valen las personas para contar su realidad, para instalar el debate social de aquellas temáticas que han sido invisibilizadas históricamente, para instar a las organizaciones y gobiernos a tomar cartas en el asunto y crear soluciones que aseguren una sociedad cada vez más justa e integrada.
Sé que nos encontramos ante un desafío un tanto utópico en un 2022 que aún está marcado por la pandemia, como dice la frase “lo urgente no deja tiempo para lo importante”.
Pero también sé que este nuevo año puede ser aquél que nos dé la oportunidad de volver a pensar en nuestros estilos de vida, en mirar al otro y ver qué necesita, y un buen primer paso para esto, es volver a recuperar nuestra capacidad de crear y fomentar cultura, para continuar luchando por transformar y mejorar la vida de las personas.