Si hay algo que nos retrotrae a nuestra infancia, es pensar en las colonias de verano. Ese espacio en donde podíamos reunirnos con otros chicos y chicas de nuestra edad, a compartir buenos momentos bajo el sol, y generar recuerdos imborrables.
Aunque en ese momento no lo sabíamos, ahora tal vez sí podemos comprender la importancia que tienen las colonias de verano para forjar parte de lo que somos hoy como personas. No es sólo una actividad más que se hace por costumbre, sino que es un verdadero lugar de encuentro, en donde conocemos personas que nos acompañarán por el resto de nuestras vidas, aprendemos a compartir con chicos y chicas de todas las realidades, y, por qué no, a alejarnos de nuestros padres por un rato para ser un poco más independientes.
Es por eso que, desde SUTERH, seguiremos trabajando para que en cada momento del año podamos acompañar el crecimiento y el desarrollo humano de todos nuestros afiliados y afiliadas a partir de espacios culturales, recreativos y de entretenimiento para profundizar así el lazo que nos une, priorizando siempre el bienestar.
Nosotros también queremos que sus hijos e hijas vivan esta inolvidable experiencia que es participar de una colonia, por lo que cada actividad que realizamos o lugar que visitamos, está especialmente pensada para crear esos recuerdos mágicos, con un equipo de personas que sabe lo que hace y disfruta de hacerlo.
La importancia que tienen las colonias de verano para SUTERH, adquiere una relevancia aún mayor, cuando pensamos en lo necesario que es poder recuperar estos espacios de encuentro y recreación, tras casi ya dos años de pandemia.
Finalmente, es gracias al avance de la campaña de vacunación que podemos decir hoy que estamos muy contentos de volver a disfrutar una nueva edición de nuestra colonia de verano 2022, y ver como cada vez más padres acercan a sus hijos e hijas, para que ellos también puedan disfrutar de la alegría de ser niñxs. Porque este es el compromiso que queremos tener en SUTERH con las familias de nuestros afiliados y afiliadas: Acompañarlos en momentos claves de sus vidas, brindando nuestro mejor servicio, y ayudándonos a crecer mutuamente.
MI AÑO EN IMÁGENES
Historias que marcaron un año que termina. Historias que inspiran un año que comienza.
El 2021 fue un año de grandes reencuentros, de reafirmar compromisos, de difundir nuevas ideas, de despertar conciencia por nuestro ambiente, por nuestro hogar. También de celebrar el legado de nuestras figuras más importantes, desde Charly hasta Diego. De reivindicar la cultura, el trabajo, la lucha y la inclusión de nuestro pueblo.
De celebrar la unión entre los hermanos latinoamericanos, del regreso a las calles, a estar presentes cara a cara, junto a la gente.
Siempre dando una mano, escuchando al otro, apoyando el talento y el esfuerzo local, celebrando lo conquistado y repensando en lo que aprendimos este año.
Estas imágenes que recorrieron mi año representan mi vínculo y compromiso con una Argentina que entre todos y todas vamos a poner de pie, con el trabajo y la educación como banderas y motores de la movilidad social.
Seguiremos avanzando firmes de cara a un nuevo año cargado de esperanza en nuestro futuro, con la firme convicción de continuar trabajando para crear el país que merecemos.
¡Muy feliz fin de año, y muy feliz comienzo del 2022 para todos y todas!
La importancia de fomentar una cultura inclusiva
Si hay algo de lo que siempre pudimos presumir como argentinos, es de la diversidad de nuestra sociedad. En nuestro país, conviven tantas etnias, religiones e idiomas como personas que lo habitan.
Sin embargo, hablar de esta diversidad no necesariamente implica que podamos hablar de “inclusión”, por lo que hoy quiero hablarles de la importancia de poder fomentar una cultura inclusiva.
La inclusión es, a mi entender, la acción de promover las mismas oportunidades para cada miembro de la sociedad, independientemente de su origen, color de piel, religión, género, clase social, etc.
La importancia de poner en práctica una cultura inclusiva, radica en la promoción de valores como el respeto, la cooperación, la igualdad y la empatía, que son claves para la conformación de sociedades más justas y, valga la redundancia, inclusivas.
Poniendo en práctica estos valores, podremos ver cómo la cultura inclusiva fomenta mayores oportunidades para todos, reduciendo la pobreza y las desigualdades. Tal vez, esta podría ser la clave del crecimiento de nuestro país, ya que, si podemos promover una sociedad en la que cada miembro se sienta parte, sin dudas podremos hablar de un progreso en todo sentido: social, económico y cultural.
Debemos aprender que es en nuestra diversidad cultural en donde se encuentra nuestra fortaleza. La verdadera inclusión sólo será posible si podemos poner en práctica una cultura inclusiva, que valore a las personas por sus diferencias, para convertirnos en una sociedad en donde todos “podamos convivir de manera armónica y feliz” y ,sobre todo, que nadie quede afuera.
El ámbito apropiado para iniciar y promover la cultura de la inclusión como parte de nuestra misión son las escuelas, con el enfoque prioritario en preparar a los niños y niñas para que se integren y enriquezcan la sociedad. En ese sentido, desde toda política de educación pública y privada, se abre el gran desafío y la posibilidad de transformar sus culturas, generar conocimientos y ser movilizadores sociales.
La inclusión en el campo educativo es un modelo que busca transformar las situaciones de discriminación y exclusión por medio de la práctica de valores inclusivos como el respeto, la igualdad, y la equidad dentro de todas las instituciones educativas. Tiene como finalidad realizar una mejora en la calidad educativa y el proceso enseñanza-aprendizaje de manera que ejerzan su derecho a la participación y educación de calidad y construyan espacios de convivencia donde la diversidad sea considerada un valor esencial para promover el crecimiento y el avance de la comunidad.
Es momento de hablar del agua (de verdad)
El cambio climático es un tema que está ocupando gran parte de la agenda de los medios. Si bien nuestra primera reacción es alejarnos de esa conversación -generalmente por no considerarnos expertos en la temática-, creo que el momento que atravesamos como sociedad a nivel mundial, nos obliga a frenar y preguntarnos a nosotros mismos: ¿Somos conscientes verdaderamente de este conflicto ambiental y lo que implica el cuidado del agua? ¿Tenemos la información necesaria para saber cómo cuidar este recurso tan valioso? ¿Podemos reconocer que nuestros hijos nos están educando, y que nosotros somos parte de la generación que nunca le dio importancia a este problema, hasta ahora?
El paulatino retorno a nuestras vidas luego de lo peor de la pandemia nos hizo golpearnos de frente con los datos de una realidad que habíamos dejado de lado: el cambio climático no frenó su curso. Por el contrario, se conoció que las emisiones de dióxido de carbono se han disparado a lo largo del 2021 y ya recuperan sus niveles pre-pandemia, según un estudio de Global Carbon Project.
¿Y qué nos dice esa información de nuestro estilo de vida? ¿Será este el momento de reaccionar y vernos a nosotros mismos como parte del problema? Ni siquiera tenemos que irnos muy lejos para experimentar las consecuencias del cambio climático en nuestra realidad cotidiana. Basta con observar la misma escena que se vive todos los veranos en Argentina: la falta de agua.
El agua es tal vez el recurso más esencial para la vida, y a su vez, el menos valorado. Quizás por el mal accionar de nuestra generación, esa que asumía que el cambio climático es un “problema del futuro”, y que podíamos usar el agua de forma indiscriminada. Pero el paso de los años nos ha demostrado que estábamos equivocados, y que es momento de asumir las consecuencias de este accionar.
Es momento de aprender a escuchar a los expertos, a las generaciones más jóvenes, esas que transformaron el problema del agua y el cambio climático en una bandera. Es momento de animarse a preguntar, a informarse e intentar cambiar hábitos.
Llegó el momento de hablar del agua, si de verdad queremos pensar en el presente que queremos vivir y el futuro que queremos dejar.
Trabajadores y trabajadoras como eje de las propuestas
En la política argentina, es común que los candidatos y candidatas a cargos electivos apelen a los trabajadores y trabajadoras. Esto no es casual: el rol que ocupan en el desarrollo y progreso nacional es indiscutible, y su protagonismo, innegable.
Por esta razón, solemos escuchar a los y las aspirantes ofrecer un abanico de propuestas para mejorar su calidad de vida y promover su crecimiento. Sin embargo, ¿cuánto hay de real en sus palabras? ¿Cuántas quedan meramente en promesas de campaña?
Desde algunos sectores proponen que, para dejar atrás la crisis, “la salida es el trabajo”, mediante un programa de empleo para los y las jóvenes que les permita empezar a desarrollar su actividad profesional con un monotributo gratuito el primer año. Además, si son contratados por una PyME, la misma estará libre de impuestos laborales por los siguientes dos años.
Sin embargo, estos testimonios en favor de los trabajadores y trabajadoras distan mucho de lo que deciden llevar a la práctica: en los días previos a la jornada electoral, ya que a la vez proponen eliminar la indemnización por despido “para que a los empresarios les resulte más fácil contratar sin sufrir las consecuencias de deshacerse del empleado”. O incluso hasta la flexibilización laboral.
Desde el Frente de Todos, la postura sobre el trabajo se encuentra en las antípodas a esto último. Durante el acto en Mar del Plata, se evidenció las medidas que los Gobiernos nacional y provincial tomaron desde el inicio de la gestión y profundizaron con la irrupción de la pandemia. A su vez, el presidente Alberto Fernández aseguró: “estuvimos muy presentes para que no cayera el salario, porque nosotros no creemos en una economía donde el ajuste lo hagan los que trabajan”.
En el caso del exponente de la “tercera vía”, Florencio Randazzo, su objetivo también está orientado hacia una reforma laboral que ofrece distintas modalidades y, según él, “de ninguna manera implica perjudicar a los trabajadores”. No obstante, durante su discurso, la argumentación sobre cuáles serían los componentes de dicho cambio en la legislación brilló por su ausencia.
Ninguna de todas las proclamaciones enunciadas anteriormente pasaron desapercibidas. Desde la Confederación General del Trabajo (CGT), manifestamos nuestro profundo rechazo hacia cualquier maniobra orientada a la flexibilización laboral.
A fin de cuentas -y no es ninguna novedad- en el final de esta primera etapa electoral quedó en claro que Argentina cuenta con dos modelos de país: uno que sabe de qué se trata el trabajo y la producción; otro que, con la excusa de generar más oportunidades, fomenta la precarización, inestabilidad y el desempleo. Es importante que nos tomemos un momento para reflexionar en qué realidad nos gustaría vivir. Los dos caminos son muy claros.
El presente que construimos y el futuro que queremos conseguir
Solo un gobierno que representa y fue electo por grandes mayorías trabajadoras se preocupa por impulsar que las minorías conquisten derechos para sí mismas. Porque en realidad sabemos que quienes tienen vulnerados sus derechos, quienes están día a día invisibilizados, discriminados, no son minorías sino las grandes mayorías de nuestra sociedad: mujeres, disidencias, pobres, inmigrantes, y podríamos seguir enumerando. Quien quiera hacer creer que todas esas identidades en conjunto son una mera minoría, está corriendo la discusión de donde debe estar: tenemos un Estado presente, preocupado y ocupado por construir ciudadanía en cada habitante de la Argentina. Y no solamente por esto, sino también en proteger, contener y ayudar a la enorme masa de trabajadores y trabajadoras que se ha visto vulnerada durante esta pandemia.
Transitamos un mundo en crisis, en el cual la Argentina entró debilitada, endeudada y muy golpeada. De los paradigmas que ordenaban nuestra vida cotidiana previa a la situación epidemiológica actual, no quedó uno sin revisarse, cuestionarse o incluso desestimarse. Nos encontramos en un sistema cada vez más desigual.
Que nadie se salva solo está más claro que nunca. Que un país sin Estado presente es un riesgo para la integridad de su población, también. Basta mirar ejemplos vecinos para corroborarlo rápidamente. Y a eso se refiere Alberto Fernández cuando habla de la vida que queremos: sin dudas no es aquella vida que transitamos entre 2015 y 2019, una vida muy excluyente para muchos.
Hoy tenemos un Gobierno que sabe poner el foco allí donde durante algún tiempo el Estado estuvo ausente. Tenemos un Gobierno que entiende que la conectividad se ha vuelto un servicio básico y la puerta de entrada a un porvenir de calidad para nuestros jóvenes; un gobierno que aumentó el gasto público en 3,5% del PBI para destinarlo a políticas alimentarias, fortalecer el sistema de salud y acompañar a las provincias; un Gobierno que tomó la decisión necesaria de sostener el empleo, creando políticas públicas como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), Potenciar Trabajo, el Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) y el Programa de Recuperación Productiva (REPRO I y II), entre otras, porque entendió que el presente y el futuro de nuestro país dependen de que las PyMEs se pongan de pie, que la rueda de la economía vuelva a girar y que todos y cada uno tengan las necesidades básicas satisfechas. Tenemos un Gobierno que devolvió la salud pública a ese lugar del que nunca debió haberse ido y lleva adelante la campaña de vacunación más importante de la historia.
A quienes nos tocó asumir responsabilidades en medio de la crisis multifacética más importante del último siglo nos movilizó un común denominador: la voluntad de llegar a todos priorizando a los que más lo requieren. Con algunos aciertos y otros errores, fuimos gestionando una situación inédita e impensada, que nos obligó a ejercitar constantemente la autocrítica en un sistema muy convulsionado.
Nos encaminamos hacia momentos decisivos que definirán la Argentina de los próximos años y qué rumbo tendrá. Nosotros sabemos de qué lado estamos, a quiénes les queremos mejorar la vida y ayudar a construir un futuro de prosperidad colectiva: a los trabajadores y trabajadoras, a esa mayoría que día tras día se esfuerza y apuesta por lo que anhela, por el país que quieren legarle a los y las que vienen. Es momento de seguir demostrando cuál es el camino que elegimos para alcanzar esa vida que tanto queremos y nos merecemos.
Creando oportunidades para la especialización profesional
Las exigencias del mundo del trabajo son cada día mayores. Requieren que varones y mujeres adquieran más competencias para desempeñarse en sus puestos. Por eso, la formación de grado ya no es suficiente. Una vez que se gradúan, los egresados y egresadas necesitan complementar estos estudios con diplomaturas, especializaciones y/o maestrías, es decir, trayectos de posgrado.
En consonancia con estas demandas, a principios de este año, la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) puso en marcha el área de posgrados ofertando una maestría (Docencia Universitaria) y tres especializaciones (Estructura y Desarrollo Económico; Metodología de Investigación Acción; y Docencia Universitaria). Cada una de ellas se orienta a cubrir vacancias en áreas que vinculan la formación con la gestión para ámbitos públicos, privados y sindicales.
Además de estos estudios, la universidad ofrece tres diplomaturas: Herramientas para una gestión ambiental y social de proyectos; Comunicación Política con enfoque en Género y Diversidad; y Tecnología (Mujeres Tech). Estas dos últimas fueron ideadas comprendiendo la coyuntura que nos atraviesa y la necesidad de reducir la brecha entre varones y mujeres, garantizándole a estas últimas un mayor acceso a oportunidades en áreas que han sido históricamente monopolizadas por el género masculino.
En el caso de la Red Internacional de Educación para el Trabajo (RIET), por segundo año consecutivo organizó, en conjunto con la Universidad Católica Argentina, el Programa Ejecutivo en Gestión de la Innovación para la Educación y los Trabajos del Futuro, destinado a quienes deseen adquirir herramientas tecnológicas de vanguardia para aplicar en el mundo educativo y laboral.
Sin embargo, uno de los escollos con los que suelen encontrarse quienes aspiran a realizar carreras de posgrado es la cuestión económica. En 2019, las maestrías tenían un costo cercano a los $120.000 en universidades públicas, mientras que en las privadas los valores rondaban los $300.000. Hoy en día, con el crecimiento de los niveles inflacionarios, los aranceles llegan casi a duplicarse. Entendiendo que esta variable puede resultar una barrera de acceso al conocimiento, nuestras instituciones ofrecen un programa de becas para afiliados y afiliadas de diversas organizaciones sindicales.
Democratizar las posibilidades de acceder a una educación superior de calidad es prioritario. Si cerramos las puertas, los graduados y graduadas irán a buscar oportunidades de formación y empleo fuera de nuestro país, lo que repercutirá negativamente en el conocimiento, economía e industria nacionales. Desde nuestro lugar, decidimos preparar el terreno para que todos y todas puedan abrirse el paso a un futuro promisorio.
Edificios seguros. Encargados y encargadas protegidos
Los protocolos que contemplan las normativas de seguridad e higiene no son una novedad en las propiedades horizontales. En el año 2013 se sancionó la Ley N°4803, por medio de la cual se establecieron los requisitos y disposiciones para la seguridad e integridad física de propietarios/as, habitantes, ocupantes y personas que se desempeñen en edificios de propiedad horizontal.
Sin embargo, desde marzo del año pasado, nos vimos en la necesidad de ajustar muchas de las conductas que teníamos ya incorporadas. La imprevista aparición del COVID-19 implicó la readecuación de hábitos que teníamos internalizados y la adición de algunos nuevos para proteger la salud de nuestros trabajadores y trabajadoras, así como también el bienestar de los vecinos y vecinas.
La primera decisión que se tomó, en 2020, fue otorgar a los encargados y encargadas el estatus de trabajadores/as esenciales. Asimismo, aquellos/as que forman parte de los denominados “grupos de riesgo” fueron exceptuados de desempeñar sus tareas laborales. Los empleadores y empleadoras se vieron en la obligación de proveer todos los elementos adecuados para la prevención, protección, limpieza, cuidado y seguridad del personal de edificios.
Se reglamentó el protocolo para la utilización de los espacios comunes, teniendo siempre como prioritario el cumplimiento del distanciamiento social, que resguarde el estado general de quienes habitan las instalaciones. La Cámara Argentina de la Propiedad Horizontal y Actividades Immobiliarias (CAPHyAI), en un documento de junio del año pasado, explicitó cuáles son los pasos a seguir ante la aparición de un caso sospechoso de COVID-19, enfatizando en la importancia de manejar la situación con tranquilidad.
Desde SUTERH, siempre entendimos que la prioridad es proteger la salud de nuestros trabajadores y trabajadoras. Por eso, actuamos rápidamente en consecuencia, poniéndonos a su entera disposición. El acompañamiento resulta crucial en circunstancias cambiantes, donde la incertidumbre impera. Deben saber que no están solos/as: hay un sindicato responsable y presente, que los y las cuida.
El teletrabajo y sus desafíos frente a la salud mental
El nuevo régimen legal del contrato de teletrabajo es un hecho en nuestro país desde el año pasado. Frente a la primera ola de la pandemia que paralizaba el trabajo presencial alrededor del mundo, esta normativa fue innovadora en la región, no sólo por legislar una realidad de la pandemia, sino por sus puntos vanguardistas sobre la perspectiva de género, el reconocimiento de las tareas de cuidado doméstico, el derecho a la desconexión y la importancia de la salud laboral.
Con respecto a la perspectiva de género, incluye la compatibilidad con las tareas de cuidado. Es la primera vez que se reconocen estas tareas que insumen en promedio 3 horas diarias más a las mujeres que a los varones. Este es un logro para las familias en general ya que establece la posibilidad de fijar horarios acordes y/o a interrumpir el trabajo para conciliar la doble jornada que viven muchas mujeres entre la vida laboral y personal.
El derecho a la desconexión aparece como prioridad a la hora de preservar la salud mental. La pandemia ha puesto al descubierto el avance de la tecnología y la inmensa hiperconectividad a la que estamos expuestos/as. El hecho de que muchos trabajadores/as utilicen sus dispositivos personales para trabajar a distancia, vuelve difusa la línea entre tiempos de descanso y de productividad: un mensaje de recordatorio sobre las tareas del día siguiente puede llegar a la hora de cenar, tanto para un empleado/a en relación de dependencia como para un autónomo. El derecho a desconectarse no implica sólo apagar el teléfono o computadora sino el derecho a no ser contactado/a y no recibir información laboral por fuera de la jornada de trabajo y durante los períodos de descanso, vacaciones o licencias. Establece, en definitiva, contar con tiempo libre de calidad y contribuye a mantener la salud mental.
La hiperconectividad presenta riesgos para la salud mental como una sobrecarga psicológica en los trabajadores/as: produce fuertes riesgos psicosociales asociados a la ansiedad, depresión y/o agotamiento. A mediados de 2020, el 92,5% de las personas aseguraba sentir afectada su productividad laboral en la Argentina. Además, la brecha se ensancha por género ya que el 21,5% de las mujeres siente agobio por las preocupaciones frente al 17% de los varones, y el 26,7% señala que son muchas las circunstancias que le generan preocupación, mientras que esta cifra se reduce a 20,6% en hombres.
Desde SUTERH no consideramos a la salud solamente como la ausencia de enfermedad, sino como un “estado de bienestar físico, mental, espiritual, emocional y social” como lo establece la Organización Mundial de la Salud. Por eso, realizamos campañas estacionales dirigidas a la población adulta desde los programas de La Salud en Nuestras Manos. Allí, a través de charlas, talleres, difusión de materiales y distribución de insumos de prevención tratamos las temáticas de estrés, alcoholismo e hipertensión, entre otras. Nuestro compromiso con la defensa de los derechos de los trabajadores/as y el cuidado integral de su salud es permanente.
Barajar y dar de nuevo
El 2020 intempestivamente nos tomó por sorpresa y nos llevó a repensar cómo abordar cada uno de los distintos órdenes de la vida cotidiana: educación, trabajo, actividad física, vínculos personales, tiempo de ocio y tareas de cuidado, por solo nombrar algunos. La virtualidad se transformó en una aliada irremplazable, permitiéndonos tomar clases, asistir a reuniones laborales, dialogar con nuestras amistades e incluso celebrar cumpleaños. Nos permitió mantener el distanciamiento físico, sin por eso perder nuestros vínculos sociales.
Cada uno de los espacios intrínsecamente vinculados con nuestro sindicato lograron dejar atrás la adaptación y acomodarse a esta nueva realidad que nos toca atravesar, con la finalidad de que los afiliados y afiliadas y todos aquellos que participan de una u otra forma de los diversos espacios puedan continuar disfrutando de los beneficios y oportunidades que este les brinda.
Entendimos que proteger la formación y evitar la deserción educacional en una etapa tan sensible para todos y todas era una prioridad. Por eso, además de darle continuidad a todo su armado pedagógico, desde la UMET, tomaron la iniciativa y lanzaron dos nuevas diplomaturas: una orientada a la Comunicación Política con perspectiva de género; la otra vinculada a la Gestión Ambiental y Social de Proyectos. También abrieron cursos en su Escuela de Formación Sindical, perfilados para conocer las dinámicas del mundo laboral.
El CIVET capacitó a sus docentes y puso en marcha un campus virtual para que los y las estudiantes puedan continuar aprendiendo a distancia. Asimismo, iniciaron trayectos gratuitos e íntegramente virtuales para el primer cuatrimestre de este año. Dentro de la oferta, se encuentran los trayectos de Microcervecería, Marketing Digital, Edición de Video y dos niveles de Maquillaje.
Por su parte, el ISO logró combinar virtualidad y presencialidad para aquellas carreras que requieren la realización de prácticas profesionalizantes (como las licenciaturas en Seguridad e Higiene y Enfermería), cumpliendo con todos los protocolos sanitarios y de distanciamiento social.
En nuestros Centros de Formación Laboral (CFL) y Formación Profesional (CFP) primó la idea de llegar a distintos puntos de la provincia de Buenos Aires. Para cumplir con ello, ofrecieron la Tecnicatura Superior en Hotelería en Mar del Plata y la Tecnicatura Superior en Desarrollo de Software en San Martín. Pero no solo eso. Además, lanzaron una enorme variedad de cursos en las localidades de Lomas de Zamora y Boulogne/San Isidro: desde oratoria, gestión de redes sociales y periodismo y locución, hasta cerrajería y montaje eléctrico.
Por último, pero no por ello menos relevante, quisimos resguardar lo concerniente al bienestar general y cuidado integral de la salud. A raíz de eso, incentivamos la realización de actividad física a través de las clases de gimnasia postural y el Jueves Anti-Estrés. En la medida que fue posible, comenzamos la realización de los encuentros del Espacio Preventivo Laboral (EPL) de manera presencial para reencontrarnos, escuchar y contener a los y las integrantes del grupo. Pero, este no fue el único punto de encuentro para incentivar el diálogo: pusimos en marcha la Ronda de Mujeres, un lugar pensado para que las afiliadas puedan intercambiar vivencias y experiencias. También no nos olvidamos de lo lúdico y de dimos lugar mediante el Juego de la Salud.
Todo se transformó. Nosotros también. Decidimos barajar y dar de nuevo en pos de brindarles lo mejor a nuestros trabajadores y trabajadoras de edificios. Agradecemos enormemente a los y las docentes de cada una de las instituciones educativas y centros de formación, así como también a los y las integrantes de cada grupo por el esmero, esfuerzo y compromiso que pusieron para que estos espacios de capacitación y contención sigan de pie. Sin la labor colectiva nada de esto hubiera sido posible.