Hace 39 años dejaba de latir el corazón de Juan Domingo Perón. En nuestros recuerdos, en nuestro presente, quedan la enseñanza de sus palabras, el legado de todas las conquistas y la convicción de construir una Argentina más justa, independiente y soberana.
“Lo más importante de una Revolución son los jóvenes, porque son el futuro”, decía con inmensa razón. Supo ver en esos jóvenes que ayer tomábamos por primera vez las banderas del peronismo la continuación de un proyecto nacional y popular, que hoy se revalida como nunca.
Hoy, la juventud vuelve a tener ese papel protagónico. La política representa nuevamente ese espacio vital donde lograr la transformación de la realidad es posible y el horizonte hacia donde caminamos. La gran revolución del peronismo fue sin dudas también cultural. Por eso, después de décadas, nuestros hijos siguen hablando de Perón, de Evita y los logros que los trabajadores nunca antes habíamos conseguido.
Cuando esos recuerdos, aquellas palabras y convicciones, se convierten una vez más en acciones, es entonces nuestro deber encomendar en los jóvenes la continuación de esa herencia. Porque 39 años tampoco son nada si sostenemos esas banderas.