El día del militante

Así como el 17 de octubre el peronismo celebra el día de la Lealtad, recordando la masiva convocatoria a la Plaza de Mayo en nombre de Perón; el 17 de noviembre se conmemora el día del militante. Fue en esa fecha, en el año 72, cuando Juan Domingo Perón retornó al país (por unos días) luego de que la dictadura autoproclamada Revolución Libertadora lo hubiese condenado al exilio.

Mucho pasó antes de que Perón pudiese volver. Mucha militancia, muchos militantes activos políticamente en una argentina donde la “militancia” y la “política” fueron volviéndose malas palabras poco a poco.

Primero vino la proscripción del peronismo, en 1956, cuando Aramburu decretó que cualquier alusión al peronismo o sus familiares era motivo de detención policial. El decreto continuó efectivo durante los gobiernos constitucionales de Frondizi e Illia. Onganía, luego, suspendería toda actividad política en nombre de la “Revolución Argentina”, que habría de poner los objetivos económicos por encima de los políticos.

El objetivo del Onganiato no prosperó, su intención de la disolución de la política coadyuvó al fomento de la imposición del “Luche y vuelve”. La consigna de la militancia peronista se instaló y promovió el regreso del General, quien llegaría acompañado de una ingente delegación desde Roma, el 17 de noviembre de 1972.

La foto de Rucci sosteniéndole el paraguas bajo la lluvia se volvió una marca histórica de aquella llegada que le permitió sentar personalmente las bases de su posterior y definitivo regreso. Lanusse, quien en una estrategia conciliatoria pretendía convertirse en presidente constitucional, no esperaba una victoria tan abultada de quien se convertiría luego en presidente de la Argentina por tercera vez.

Este día es un día de festejo y memoria, nos debe ayudar a recordar que la actividad política es necesaria en un pueblo que quiere dar a entender sus ideas, motivaciones y expectativas ante un gobierno que se erige como su garante. Ante el descontento del pueblo, la acción no debe darse solo en las urnas; la soberanía política debe ser reclamada desde el pueblo, siempre, para imponer su voluntad.