La victoria de Baradel en las elecciones de Suteba del día de ayer se dio en el marco de un conflicto que sigue vigente desde que comenzó el año lectivo. Los afiliados avalaron en las urnas al Secretario General y le otorgaron un plus de confianza para continuar los reclamos desde la educación pública; su contundente victoria por encima del 70% de votos a favor lo respalda.
Roberto Baradel lleva años como titular de Suteba pero, aun sosteniendo largos paros al gobernador anterior, nunca le cuestionaron su incumbencia docente ni le amenazaron a la familia. La desacreditación de los maestros, que busca convalidar su rebaja salarial, también apunta a su precarización laboral. El discurso del gobierno presiona para reformar el estatuto docente, el que a base de victorias de los trabajadores les permite faltar a la escuela cuando están enfermos o deben cuidar a un familiar.
Los afiliados respaldaron a Baradel en las urnas. Apoyan los reclamos por la educación pública
Vidal, por su parte, se presentó anoche en TN para reforzar su postura y dejar en claro que seguirán el camino que han iniciado. La gobernadora aplaudió un fallo de la justicia que dictaminó que la “paritaria nacional” no está explicitada en la ley, por lo que el acuerdo de 2016 (el piso del 20% por encima del salario mínimo vital y móvil) debería bastar tanto para éste como para futuros años.
Pero la discusión no se acaba en lo salarial. Ayer por la tarde, la policía ingresó en una escuela de Banfield; entraron armados, sin orden y sin identificación. La situación de horror la vivieron docentes y estudiantes de la escuela Escuela Normal Antonio Mentruyt (ENAM) quienes vieron cómo cinco policías tiraron al piso a un muchacho (exalumno) que se quiso refugiar allí y lo empezaron a patear mientras lo esposaban.
No es la primera vez en el año que sucede algo así. En pleno conflicto con el gobierno, los docentes de la Escuela Normal Superior N°2 (Mariano Acosta) decidieron dar una clase pública para visibilizar la situación y fueron “cordoneados” por la policía que, al otro día, amenazó a la rectora (Raquel Papalardo) y le “pidió” su retiro anticipado. Esto fue unos días después de que la policía reprimiera a los maestros que intentaban armar la Escuela Itinerante en la plaza del Congreso. Poco tiempo antes, en Jujuy, la policía había entrado a la Universidad so pretexto de “ruidos molestos”.
Mientras el gobierno sigue permitiendo una política de represión y autoritarismo en las escuelas y a los docentes, el respaldo de los afiliados dejó en claro que -más allá del comienzo de las clases y la “discusión con los niños en el aula”- el conflicto con los docentes sigue vigente.
Hay muchas formas de pegarle a un docente. No sólo con los palos
A los docentes no se les pega, escribí hace poco haciendo mías unas palabras de Mex Urtizberea, pero no solo se les pega con palos. Se les pega reduciéndoles los salarios, descontándoles los días de paro por haber salido a manifestarse en democracia, se les pega queriendo reducirles las licencias por enfermedad. Aún más, se les pega desacreditándolos, diciéndole a la sociedad que son vagos, que no sirven para educar a sus hijos.
Se les pega, no solo a los docentes sino a la educación y a los valores propios que conformaron en buena parte nuestra identidad nacional, cuando se dice que los niños “caen” en la escuela pública por no poder acceder a la verdadera educación; esa que sólo estaría en las escuelas privadas, las que unos pocos pueden pagar. Así se le pega al pueblo soberano, a todo el pueblo argentino.
Señores jueces: Nunca Más
Ayer, el apelativo que caló hondo en la memoria de los argentinos desde que Strassera lo usara en el juicio a las juntas militares se resignificó. Ese “señores jueces”, en 1985, no era más que un pedido de atención para el verdadero anuncio: el “nunca más” que representaba lo que millones de argentinos entendían como el camino hacia la verdad, la memoria y la justicia.
Ayer, “Señores jueces” se transformó en algo más. Dejó de ser la fórmula educada de pedir atención a los jueces. No fue un vocativo formal que pedía prestar atención a lo que se anunciaría luego. Fueron miles, centenares de miles de personas, las que le gritaron (le ordenaron) a los jueces que “nunca más”.
Ayer, el pueblo salió una vez más a las calles y se unió en un solo grito. Ese que nunca olvidamos. Ese que no debemos olvidar. El campo nacional, popular y democrático fue una sola voz, olvidó sus diferencias y se concentró en Plaza de Mayo hasta rebasarla.
“El campo nacional, popular y democrático fue una sola voz, olvidó sus diferencias y se concentró en Plaza de Mayo hasta rebasarla”
Ayer, una vez más, el poder estuvo en el pueblo y el Senado tuvo que actuar en tiempo record para tratar de reconciliarse con aquellos que le prestan el poder para que los representen. Votaron por unanimidad un proyecto que impide a los represores aplicar al 2×1. Tarde, pero no tenían opción.
Ayer, los pañuelos inundaron las calles. Una vez más, todos respondieron a sus Madres y Abuelas, las de todos los argentinos en el repudio a una decisión de la corte que no hubiese tenido lugar en otros tiempos.Ayer, la unión volvió a ser la fuerza y las calles se expresaron como lo saben hacer en democracia.
Ayer volvió a ganarel pueblo.


Por la unión ante los ataques a los DDHH
Como escribí anteriormente, el fallo del 2×1 no es más que otro golpe a los Derechos Humanos. La decisión de la Corte Suprema de beneficiar a condenados por delitos de lesa humanidad con una reducción de la condena, basándose en una ley que sólo tuvo vigencia entre 1994 y 2001, no puede ser leído más que como un insulto a las víctimas del terrorismo de Estado.
Esta medida se suma a las muchas provocaciones que sostuvieron miembros del actual gobierno desde que asumió la Alianza Cambiemos. Sin ir muy lejos, el pasado 24 de marzo los diputados de la Alianza subieron una foto a las redes sociales donde se los ve sosteniendo un cartel que reza: “Nunca más a los negocios con DDHH”. En este sentido, el propio presidente había afirmado que con él se acababan los “curros” de los Derechos Humanos. No es de extrañar, entonces, que el Ministro de Justicia haya expresado que los fallos de la corte “hay que cumplirlos, no cuestionarlos”; o que el intendente de Mar del Plata asegure que no se hizo otra cosa más que respetar la ley.
Ante esta nómina de funcionarios, sorprende (y se celebra) que el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, haya rechazado el 2×1 por ser un “símbolo de impunidad”. Asimismo, recordó que la Corte Suprema es independiente y que son responsables de sus fallos. También Claudio Avruj (Secretario de Derechos Humanos) dijo que rechazaba la medida, aunque solo fuera después del rechazo masivo que causó su defensa del 2×1 a horas de conocerse el fallo.
Los organismos de Derechos Humanos repudiaron la aplicación de la ley 24.390 (más conocida por el 2×1) por entender que ésta abre la puerta a la impunidad de los genocidas. Los delitos de la dictadura no concluyen hasta que no se sepa dónde están los desaparecidos, dónde los nietos y nietas apropiados. También la Corte Interamericana de Derechos Humanos se ha manifestado en este sentido, apoyando que no se apliquen leyes previas y no vigentes.
Los ataques a los Derechos Humanos no nos dan margen a discusión. No es tiempo para mezquindades, la unión debe ser fuerte ante estas vejaciones que se hacen y que buscan corromper una fuerte lucha por la verdad, la memoria y la justicia. Es importante remarcar la unidad del campo nacional, popular y democrático en un momento en el que se está atacando nuestra memoria. Debemos hacernos presente, en unidad, este miércoles en Plaza de Mayo donde se realizará un Acto que convocan Abuelas y otros organismos de DDHH. Ningún genocida suelto: Nunca Más.
Convocamos a la marcha del miércoles “Ningún genocida suelto” #2x1AGenocidas @abuelasdifusion pic.twitter.com/zMLotdDmTJ
— Víctor Santa María (@victorsmaria) 8 de mayo de 2017
Más malas noticias para los trabajadores
La situación en SanCor no es la única noticia que conmociona al mundo de los trabajadores esta semana. La producción automotriz cayó este mes y generó más dudas que certezas.
Ante estas urgencias, el gobierno actual no ha propuesto soluciones. Por el lado de los automotores, el Plan “Un Millón” promete generar muchísimos puestos de trabajo a futuro y subir la productividad para este año en al menos un 15%. La realidad muestra que tanto en marzo como en abril, la producción cayó y no se ven respuestas. El presidente de la Asociación de Fábricas de Automotores (AdeFA), Ureta Sáenz Peña, reclamó por las aún altas cargas impositivas que imposibilitan la competitividad. El gobierno había anunciado una suba en los reintegros impositivos para las ramas industriales, claramente no basta.
El “salvataje” que acordaron hoy el ministro de Agroindustria, Buryaile, con SanCor y la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera (Atilra) supone una baja salarial (se acordarán aumentos recién el año que viene) y una modificación en el convenio colectivo de trabajo. El ministro Buryale estampó a los obreros la obligación de hacerse cargo de la crisis nacional cuando destacó que “lo más importante es que SanCor dé una muestra de austeridad”.
La impronta promovida por este gobierno es más que clara. “El Estado no puede ser el ‘pagadiós’, no puede hacerse responsable”, fue otra de las tristes frases del ministro. Estamos viviendo un fuerte cambio en lo que refiere a responsabilidades estatales.
El Estado está cada vez más ausente. Puede presentarse para promover el “diálogo”, como se suele decir últimamente. El problema es que ese diálogo siempre busca un socio empresario que esté dispuesto a hacer un nuevo negocio. El peligro es encontrarnos, pronto, frente a una Argentina desgarrada por las empresas, como lo fue en la década de los noventa.
El 2×1: otro golpe a los Derechos Humanos
La decisión de la Corte Suprema de Justicia (mayoría de Highton, Rosenkrantz y Rosatti contra la disidencia de los jueces Lorenzetti y Maqueda) del pasado miércoles 3 de mayo no es más que otra demostración de los cambios que estamos viviendo en materia de representación de Derechos Humanos.
Es indiscutible el hecho de que, desde la asunción del nuevo gobierno, los ataques a la Memoria (con mayúscula) han provenido de varios frentes. Entre funcionarios (más o menos allegados al gobierno) que discurrieron en comentarios poco felices acerca del número de desaparecidos (incluso alguno discutiendo su entidad) hasta la inclusión de Aldo Rico en el desfile del bicentenario, las alteraciones que se han vivido sobre el pasado reciente nos hieren profundamente.
Esta última semana vivimos sentimientos encontrados. Mientras celebrábamos (no sin dolor) los cuarenta años de la primera ronda de Madres y Abuelas con la importancia que se merece, la Iglesia proponía una “reconciliación” entre víctimas y victimarios de la última dictadura. Carlotto fue contundente en su respuesta: no hay odio ni rencor, no se le desea el mal a nadie, pero no queremos reconciliación sino justicia. ¿Cómo contestó la justicia? Con este fallo histórico en el caso de Luis Muiña. Permitiendo a los acusados de delitos de lesa humanidad, pedir la reducción de la condena sin sentencia firme.
Es inaudito, sin embargo es coherente con la lógica que lleva poco más de 500 días. Han logrado poner sobre el tablero la discusión sobre el “terrorismo de Estado”, instaurando un debate que ya había sido saldado. Queda en los ciudadanos recoger, o no, el guante.
¿Existe la prensa independiente?
Hoy, que se conmemora a nivel mundial la importancia de una prensa independiente para el desarrollo normal de la democracia, me interesa reflexionar sobre esta relación. ¿Existe la prensa independiente? En una actualidad donde la sobreinformación está a la orden del día, los medios se muestran contradictorios al momento de exponer su visión de la realidad.
Encuentro una fuerte contradicción entre esta nueva era de la “posverdad” que se intenta imponer a través de los medios, con el escándalo que genera la existencia de medios de comunicación alineados detrás de una idea política. Por un lado, se pretende aceptar una nueva forma de comprender/construir la realidad como una construcción arbitraria (distinta a la “verdad” como tradicionalmente la entendíamos) y, por el otro, se recurre a una táctica reaccionaria que busca acallar la oposición por ser parte de una supuesta lógica de ocultamiento de la verdad.
Últimamente se puede ver cómo los medios proponen con mayor regularidad la idea de posverdad. Este concepto (elegido por el diccionario Oxford como “la palabra del año” en 2016) apunta a una nueva forma de otorgar credibilidad a las noticias por la empatía que estas puedan generar, o bien por las creencias personales del individuo. En este sentido, la “sobre-exposición” (el constante repiqueteo de notas en los medios y las redes sociales) condiciona al ciudadano para creer aquello que prefiere creer.
Este neologismo que están intentando imponer es un claro eufemismo del reconocimiento de la mentira de los funcionarios públicos y –también- de los medios de comunicación. Mientras se acata la idea de que esta manera de acceder a la credibilidad no está relacionada con la argumentación y el reconocimiento de lo real contra lo inventado, se impone una postura que implica que todos los integrantes del pueblo reconozcan que no se les dice la verdad todo el tiempo. Que se les miente.
Hoy buscan acallar la oposición por ser parte de una supuesta lógica de ocultamiento de la verdad
La existencia de medios de comunicación en función de un proyecto político (o, como los llaman, los “medios militantes”) es algo propio e intrínseco a la aparición de la prensa en todo el mundo. Desde su aparición en las ciudades, los diarios intentaron proponer un modo de entender la realidad así como un modo de accionar sobre ella.
Recordemos los orígenes de la prensa en nuestro país. Tiene que ver con las comunidades de inmigrantes que conformaron la fuerza de trabajo de un proyecto de nación que avanzaba hacia el “progreso” y se “insertaba en el mundo”. La comunidad italiana, la más grande (sobre todo en la ciudad de Buenos Aires), conformó periódicos que hacían circular los reclamos y las necesidades de esa comunidad obrera. Dentro de las publicaciones más vendidas de comienzos del siglo XX se encontraba la prensa obrera escrita en italiano para el trabajador inmigrante. ¿Por qué habría eso de cambiar hoy?
La instalación de la idea de posverdad busca naturalizar la mentira mientras construye una nueva manera de entender la verdad, casi como una cuestión de fe. Se cree con ceguedad en todo lo que se repite constantemente, sin sopesar argumentos o buscar fuentes. Proponer este modo de comprender la verdad como algo apolítico y no-partidario es desconocer una realidad que se nos impone inexorable: la de los medios en función de los intereses de la partidocracia.
Cuando comprendemos esto, valoramos la existencia de los distintos medios que bregan por una construcción identitaria en particular, por aquellos que proponen una mirada ideológica específica sobre la actualidad y el pasado. Entonces, resultan impresentables algunos medios instituidos como empresas que buscan solamente el crecimiento personal de su imperio. Ese tipo de medios que entienden la verdad como algo volátil, como un medio para alcanzar sus fines impurios típicos del empresariado más canalla, son los que peor le hacen al periodismo actual. Porque no hay detrás de ellos ideología, sino simplemente negociados.
Que el día del trabajador vuelva a ser una fiesta
El 1ero de mayo es un día de algarabía. Debe ser un día de festejo para todos los trabajadores. Es cierto que no siempre fue así, pero la costumbre hace al hecho así como a la ley.
La fecha se toma en conmemoración de los “mártires de Chicago”. El 1 de mayo de 1886, una gran masa obrera en Chicago, Estados Unidos, se unió para pedir la reducción de la jornada laboral. Los trabajadores y trabajadoras realizaban duras jornadas de 12 a 16hs diarias, el pedido por la reducción a 8hs fue brutalmente reprimido. Además, a los gestores del movimiento se los apresó y condenó a la horca en un juicio fraudulento.

En 1890, los trabajadores de todo el mundo decidieron reivindicar aquella lucha sumándose al pedido por las ocho horas. Argentina fue el único país en Latinoamérica que unió a sus trabajadores aquel día, a quienes se les descontó el día de pago. Pasaron los años y el primero de mayo siguió siendo un día de lucha. En 1909, la protesta de los obreros fue reprimida por el entonces jefe de la policía, Ramón Falcón, dando inicio a la “Semana Roja”: una huelga general de gran dimensión (pedían la jornada de 8hs, la igualdad salarial entre hombres y mujeres y la prohibición del trabajo infantil) que concluyó con la liberación de buena parte de los arrestados.
La unión de los trabajadores en esta fecha recién fue avalada en 1930 por el Estado, cuando Hipólito Yrigoyen instituyó el 1º de mayo como “fiesta del Trabajo en todo el territorio de la Nación”. Unos meses después, el golpe de Uriburu pondría en duda la realización de los festejos del año siguiente.
El primero de mayo es una fiesta si los derechos de los trabajadores son respetados
La verdadera fiesta de los trabajadores se empezó a vivir en 1947, a razón del primer festejo bajo el gobierno de Juan Domingo Perón. Entonces, la celebración se iniciaba con un discurso del secretario general de la CGT, seguido de Evita y luego por el presidente. Los trabajadores tenían motivos para celebrar: la ampliación de derechos sociales del gobierno peronista promovía condiciones dignas y justas para los trabajadores.

A partir de la proscripción del peronismo (a manos de la dictadura que se autoproclamó como “Libertadora”) las manifestaciones de los trabajadores volvieron a ser independientes del gobierno. Ya no había un gobierno que celebrase junto a los trabajadores su incansable labor. Después vendrían tiempos aciagos, ajustes y el “fin de la política” bajo la sombra del Onganiato y un retorno sin penas y olvidos que marcaría el paso a una nueva política netamente neo-liberal.
El fin del 2001 señalaría otro rumbo. Los trabajadores y trabajadoras salieron a la calle y pidieron por el fin del neoliberalismo, ese modelo económico que precisa de una ingente masa de desocupados para funcionar. Así, con la reactivación económica del 2003 de la mano de Néstor Kirchner, el país volvió a festejar con sus trabajadores. Se crearon miles de fuentes de trabajo y se incrementaron los salarios.
El primero de mayo es una fiesta cuando los derechos de los trabajadores son respetados. Cuando el gobierno quiere impulsar el desempleo, atacando las conquistas ganadas por los trabajadores y, con ellas, sus derechos, el primero de mayo es un día de lucha. Así lo fue en sus inicios y así lo marca su historia.
A 40 años de la primera ronda de Madres
Poco más de un año había pasado desde que Videla y sus secuaces se habían instaurado en los más altos cargos del país, imponiendo una dictadura que acallaría las calles y las bañaría de sangre. Fue un 30 de abril (pero de 1977) cuando catorce mujeres desesperadas que no sabían dónde estaban sus hijos y nietos decidieron acercarse a la Plaza de Mayo para que las escucharan.
La dictadura tenía prohibido la reunión de tres o más personas en un mismo lugar. Madres y abuelas decidieron iniciar su ronda alrededor de la pirámide; al estar “en tránsito”, no se las podía acusar de reunión.
El régimen militar intentó descalificar el reclamo. Se refirió al grupo de mujeres como las “locas” de la Plaza para desestimar la lucha de estas mujeres contra la represión y la tortura, el asesinato y la desaparición deliberada de la juventud militante.
Sin embargo, la práctica siguió vigente: jueves a jueves las madres y abuelas se reunían en Plaza de Mayo y rodeaban la pirámide en signo de reclamo. Corría el año 1977, mientras la policía se encargaba de secuestrar, torturar y asesinar a los que ellos reconocían como subversivos, el Estado Nacional promocionaba al país como “libre y democrático”. El EAM78 organizaba el Mundial de Fútbol en Argentina y otorgaba créditos a los empresarios para recibir al público del gran evento internacional (así se construyó el Hotel Bauen).
A fines de ese año secuestraron a tres de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo: María Ponce, Azucena Villaflor y Esther Ballestrino. Junto a ellas, Alfredo Astiz (a cargo del grupo de tareas que llevó a cabo el secuestro) raptó a otras 9 integrantes de Madres y a dos monjas francesas en la Iglesia Santa Cruz, del barrio de San Cristobal. Sería el primer intento por silenciar un movimiento que mucho ha dado a los reclamos de Derechos Humanos.
En este día abrazemos con el alma a nuestras madres y abuelas, las de todos los argentinos.
Tras el coraje de las Madres y Abuelas, otras organizaciones comenzaron a levantar su voz en reclamos al régimen militar. El mensaje que nos han dejado es inconmensurable: nos han enseñado a que debemos enfrentarnos a lo que más tememos; nos han enseñado que nada puede más que el amor de una madre, de una abuela. El reclamo, aún hoy vigente, sigue llegando al corazón de miles de argentinos que reconocen en la ronda de los jueves la más grande lucha por la verdad y la justicia.
Por eso, en este día, abrazamos con el alma a nuestras madres y abuelas, las de todos los argentinos. Las que nos mostraron el camino de la paz para combatir el horror y siguen hoy mostrándose eternas.
A 38 años del primer paro a la dictadura
El último golpe de Estado, el que puso en el poder a la Junta de gobierno encabezada por Videla, tuvo entre sus objetivos la imposición de un nuevo modelo económico basado en la especulación financiera. Era imprescindible culminar con el discurso desarrollista (ni hablar de la industrialización por sustitución de importaciones), desbaratar la producción nacional y generar desempleo. El modelo iba de la mano con la llegada de importaciones y la contracción de deuda a nivel internacional.
Por otra parte, el gobierno de facto emprendió –como es sabido- una lucha contra la subversión. Esta “subversión” aglutinaba a todos aquellos que podían significar trabas al modelo antes explicado. Se llevó entonces adelante una política de represión, secuestros, tortura y desaparición que cercenó al movimiento obrero.
La junta dictatorial intervino la CGT y la mayoría de los sindicatos (UOCRA, portuarios, UOM y muchos más), ocupó las fábricas (Ford, Mercedes Benz, el ingenio azucarero Ledesma, entre otras) y se dedicó a encarcelar (torturar, desaparecer) a los dirigentes gremiales, delegados y militantes que supusieran un obstáculo a la des-industrialización.
Con la confederación general de los trabajadores disuelta, se crearon nuevas organizaciones. El primero de marzo de 1977 se creó la Comisión de los 25 Gremios Peronistas (García por los taxistas, Rodríguez por SMATA y Ubaldini por los cerveceros, entre otros). Tiempo después, Saúl Ubaldini se uniría a Lorenzo Miguel, desde las 62 Organizaciones, para encabezar la lucha trabajadora contra la dictadura.
A comienzos de abril de 1979, la “Comisión de los 25” decretó la primera huelga nacional contra la dictadura para el día 27 de abril. El ministro de trabajo de aquel entonces, Horacio Lliendo, reunió a los dirigentes de los sindicatos asociados a la Comisión para facilitar su detención. Los dirigentes fueron enviados a la cárcel de Caseros donde algunos permanecieron detenidos durante meses. Los “25”, que habían supuesto una jugada de este tenor, tenían previsto un comité de huelga alternativo.

El paro se llevó a cabo con un alto nivel de acatamiento en las bases. Los reclamos eran muchos: por los despidos, la desocupación, la pérdida de salario real, la política represiva del Estado y el modelo económico que se estaba imponiendo. Además, se pedía la restitución de la Ley de Convenios Colectivos de Trabajo y la normalización de la actividad sindical. Esta convocatoria marcó un antes y un después para la relación del pueblo nacional con la junta militar.
El primer paro que se le hizo a la dictadura significó, también, la apertura a nuevos reclamos desde, por ejemplo, los organismos de Derechos Humanos. La estabilidad del gobierno de facto ya no fue la misma.
Hoy, que se cumplen 38 años de esta primera huelga a la dictadura, vivimos un proceso similar con respecto a la política económica: desindustrialización, desempleo masivo, pérdida del salario real, endeudamiento crónico. No hay que claudicar. Las bases siempre deben ser escuchadas y son los movimientos de los trabajadores los que han demostrado, en la historia, estar a la altura de poner lo que hay que poner para conseguir lo mejor para las mayorías.
Alegría por la aparición del nieto 122
La aparición de un nieto desaparecido es de esas noticias que generan una profunda alegría. Renueva la esperanza y los valores más positivos de esta democracia que defendemos.
Últimamente hemos presenciado una serie de declaraciones de lo más hirientes para los que luchamos contra los delitos de lesa humanidad. La recuperación de la identidad de niños secuestrados por la dictadura, afortunadamente, sigue avanzando. Otra victoria para las familias segmentadas por los achaques de la última dictadura militar.
Iris Nélida García Soler y Enrique Bustamante fueron secuestrados en enero de 1977, por la Policía Federal, y estuvieron detenidos en la ESMA, donde nació su hijo.
El hijo de Iris y Enrique, nacido en la ESMA, pudo recuperar su identidad. Dato no menor, teniendo en cuenta que no estaba registrado en las denuncias de desaparecidos. Este hecho nos permite retomar un tema que se ha puesto en discusión desde la asunción del nuevo gobierno nacional: el de la cantidad de nuestros desaparecidos. La cantidad no hace al hecho, más allá de que numerosos desaparecidos no inscriptos en el registro puedan acrecentar el número: lo que debemos realzar es la causa. No puede nunca un Estado alzarse contra su pueblo con el fin de exterminarlo. Para eso existe la justicia.
Y es fruto de ella, que hoy podamos celebrar la aparición del nieto 122 junto a las Abuelas de Plaza de Mayo.
