En pleno auge de una mirada menos salvaje, más humana o civilizada del capitalismo bajo la órbita de la obra del francés Thomas Picketty (El capital en el siglo XXI), la gran obra cumbre del Capitalismo alcanzó sus 150 años.
Karl Marx publicó Das Kapital (El Capital, en español) un 14 de septiembre de 1867. Sería ésta la primera de tres partes que terminarían siendo un tratado filosófico (o sociológico, o económico, según quien lo mire) de la praxis sobre la episteme, de la práctica filosófica como acción política. El tratado de Marx, que intentó formular una explicación al sistema (o Formación Socio-Económica) capitalista y apuntar su inevitable decadencia, se convirtió por más de un siglo en obra de referencia obligatoria para el homo academicus.
Aun cuando las referencias a Marx en los libros académicos han disminuido notablemente en los últimos 30 años, el padre del marxismo sigue vivo en los lugares más impensables. Su interpretación clásica que explica las transformaciones sociales a causa de las contradicciones internas sigue vigente en múltiples portales, en estudiantes de humanidades y hasta en algunos trabajos académicos publicados. La izquierda argentina sigue postulando la lucha de clases como motor de cambio, del mismo modo que Marx supuso el fin de la esclavitud antigua (la de la antigua Roma) o de la servidumbre feudal. Estas interpretaciones (que Marx escribió, y que se publicaron luego de su muerte, en los apuntes preparatorios para escribir El capital) han sido superadas, aunque neo-marxistas intenten reinstituir la hipótesis marxistas con nuevas argumentaciones.
El Capital es un libro verdaderamente profético. Si bien el capitalismo no se demolió, la crisis causada por sus propias contradicciones hizo tambalear al mundo occidental en 2008. Aún transitando la crisis, la proletarización de la sociedad sigue en aumento (tal como lo predijo su autor) y el plusvalor o la plusvalía siguen su ritmo de crecimiento sin entrar en el debate acerca de la flexibilización laboral.
La ganancia del empresariado a partir de la explotación del trabajador podría mencionarse como uno de los ejes principales de la obra de Marx, pero hoy en Argentina se pregunta a los empresarios cómo mejorar su rentabilidad, en lugar de preguntarle al trabajador cómo mejorar su experiencia de trabajo, su calidad de vida y/o su capacitación personal integral.
En el prólogo a El Capital, Marx escribió que “… para la sociedad burguesa la forma económica celular es la forma mercancía del producto del trabajo, o forma valor de la mercancía. El análisis de ésta le parece a la persona no instruida un dar vueltas por meras sutilezas. Y sin duda se trata de sutilezas, pero sólo en el sentido en que también se trata de ellas en la anatomía microscópica”. La forma básica de enriquecimiento del burgués (aquel que es dueño del medio de producción) sigue siendo el trabajo del asalariado.
Por último, nunca está de más destacar el concepto de “clase”. Si bien es un concepto en “disputa” con Weber, la formulación marxista supone entender a la clase trabajadora como un conjunto que debe defender sus propios intereses y necesidades. Este es otro aspecto de la teoría marxista del cual tendría a bien ocuparse el pueblo de nuestro país. Un pueblo que se ha desgastado escuchando unas verdades propuestas por magnates que prometen desvivirse por el otro. La clase trabajadora parece haber olvidado uno de los grandes preceptos del peronismo: la patria es el otro. Para un peronista no hay nada mejor que otro peronista, que otro argentino.