44 años del golpe a Salvador Allende

Salvador Allende ganó las elecciones democráticamente en 1970, en Chile, y se convirtió en el primer presidente con afinidad marxista en acceder al poder de esta manera. Alcanzó la primera magistratura comprometiéndose a nacionalizar la minería, realizar una reforma agraria que acabó con los latifundios (más de 80 hectáreas de tierra bajo un mismo dueño) en los primeros 18 meses de mandato y una adecuación de derechos sociales (educación, sanidad, alimento) que contemplaba la gratuidad de la escuela y la universidad y el acceso a “suplementos alimenticios” gratuitos a las poblaciones marginales.

Allende junto a Fidel. Durante su gobierno, Fidel Castro recorrió buena parte de Chile

El gobierno de Allende se dio en un contexto mundial en el que marxismo y comunismo se disputaban el dominio del globo. La Guerra Fría sumergió al mundo en un conflicto bélico potencial que coadyuvó a la intervención norteamericana en Latinoamérica. La Alianza para el Progreso (ALPRO) establecida en 1961 por miembros de todos los países de América, sentó las bases del arbitraje norteamericano en nuestras tierras del sur. Uno de los objetivos primordiales del ALPRO era el establecimiento de gobiernos democráticos. Para EEUU, el gobierno marxista de Allende era muy peligroso, no podían dejar que sucediera lo mismo que en Cuba (la instalación del gobierno comunista tras la victoria de Fidel Castro en 1959).

David Rockefeller escribió, en sus Memorias, que el propietario del diario El Mercurio de Chile (su amigo Doonie, Agustín Edwards) le afirmó que “Allende era un embaucador soviético que destruiría la frágil economía chilena y extendería la influencia comunista a la región”. Es notable el rol que pueden tener ciertos medios de comunicación en estos contextos. Rockefeller tomó el consejo de Edwards y se comunicó con Henry Kissinger (consejero de Seguridad Nacional del presidente Nixon), lo que aumentó el apoyo estadounidense a los opositores de Allende.

Con el apoyo “del Norte”, los opositores a Allende pudieron controlar la ruta y cerrar la entrada de alimentos. El diario El Mercurio titulaba “Chile sin pan”, Tribuna hacía lo propio: “Mientras bailan con Fidel, no tenemos qué comer”. Se efectuaron paros de camioneros y el desabastecimiento se fue forjando como una realidad. La comparación con la Venezuela actual es casi inevitable. Si bien las figuras de Allende y Maduro son absolutamente diferentes, los contextos mundiales también lo son.

Isabel Allende, sobrina de Salvador, describió así la situación en La casa de los espíritus:
El pueblo se encontró por primera vez con suficiente dinero para cubrir sus necesidades básicas y comprar algunas cosas que siempre deseó, pero no podía hacerlo, porque los almacenes estaban casi vacíos.
Había comenzado el desabastecimiento, que llegó a ser una pesadilla colectiva.
Las mujeres se levantaban al amanecer para pararse en las interminables colas donde podían adquirir un escuálido pollo, media docena de pañales o papel higiénico. (…) el país estaba sacudido por oleadas de rumores contradictorios que alertaban a la población sobre los productos que iban a faltar y la gente compraba lo que hubiera, sin medida, para prevenir el futuro.

Probablemente la última foto de Salvador Allende con vida

Salvador Allende fue hallado muerto y se caratuló la muerte como suicidio. Los peritos que se atrevieron a opinar sobre el tema han asegurado que el arma utilizada y la posición de su cuerpo son incompatibles con la posibilidad de que el expresidente se hubiera quitado la vida. Allende no sobrevivió al golpe militar de Augusto Pinochet, dio su vida por su pueblo. En 1988 (luego de 25 años del golpe) salieron a la luz unos audios en los que se escucha a Pinochet, desde el Comando de Telecomunicaciones del Ejército, proponer que dejen escapar a Allende en un avión para hacerle sufrir “un accidente”.

Las últimas palabras de Allende dan cuenta de la integridad del ex-mandatario:
“Les agradezco a todos la lealtad y la cooperación que siempre me han prestado, pero quiero decirles que no debe haber víctimas inútiles. La mayoría de ustedes son jóvenes, tienen mujer e hijos pequeños. Tienen un deber con ellos y con el pueblo de Chile. No es éste el último combate. Habrá muchas jornadas futuras en que serán necesarios. A las compañeras no les pido, sino les ordeno que abandonen La Moneda [la casa de gobierno]. A los compañeros que no tienen tareas que cumplir, o no tienen, o no saben usar armas, les pido que salgan ahora, que tienen todavía posibilidades de hacerlo. Algunos deberán contar lo que ha ocurrido”.

El 23 de agosto de 1973, Allende había nombrado a Pinochet como Comandante en Jefe del Ejército

Aunque Allende creyó que no sería el suyo el último combate chileno, aún la historia no le ha dado revancha. La dictadura encabezada por Pinochet se estableció en Chile por 17 años y marcó la agenda neoliberal norteamericana barajada por Milton Friedman y puesta en marcha por primera vez en un país tercermundista. Entre las medidas que proponía Friedman se pueden destacar: la reducción del gasto público con el despido de un 30 % de empleados estatales, la privatización de las empresas del estado y los bancos, el retiro de subsidios sociales, la reducción de las jubilaciones y la devaluación de la moneda. Además, se frenó la inversión en salud y educación y se redujo drásticamente los salarios. Los diarios no titularon nada sobre los apagones, los cacerolazos y el descontento con el gobierno de facto.

Al igual que con el golpe de 1955 en Argentina, el gobierno militar chileno se encargó de llevar adelante un plan sistemático para la eliminación de Allende de la memoria del pueblo. Se construyó el relato de él como un dictador, tirano y comunista que quiso llevar nada más que el mal a Chile. La izquierda aún lo reconoce como lo que fue, un negociador entre la casta capitalista y el pueblo más marginal. En ningún momento buscó derrocar al Estado, sino convertirlo en el verdadero vehículo hacia un país mejor para todos. Su derrocamiento significó el fin de los proyectos iniciados.

La educación en Chile hoy sigue siendo paga y elitista. Las movilizaciones de estudiantes universitarios pidiendo la gratuidad de la educación son más que conocidas. Un dato interesante teniendo en cuenta que en este día, en Argentina, se festeja el día del maestro (en reconocimiento a quien impulsó la educación gratuita y obligatoria para todos).

El proyecto de Pinochet no fue distinto al de las otras dictaduras latinoamericanas que impusieron el neoliberalismo en la región, buscando mantener a América del Sur como un sub-continente, dependiente del emisario del Norte. Es importante visibilizar esta cuestión; la tendencia reaccionaria actual impulsa un movimiento desestabilizador que propone recuperar la dependencia sudamericana. Dependencia que se había puesto en duda con los gobiernos llamados “populistas” de la región en los últimos años.