El desafío de la clase media

En los últimos diez años, según informes del Banco Mundial, la clase media argentina se duplicó. Un dato alentador y demostrativo de la eficacia de las políticas aplicadas y del crecimiento experimentado en el país desde 2003. Sin embargo, es en los sectores medios donde se verifica más notoriamente un posicionamiento crítico, a veces feroz, respecto de la gestión del Gobierno.

Desde hace décadas la existencia de una amplia clase media distingue a la Argentina en la región. Rastrear su origen nos lleva hasta mediados del siglo XX. Como todo el movimiento obrero, los trabajadores vinculados con el área de servicios, con el comercio, con las profesiones liberales, se vieron beneficiados por las políticas que el peronismo llevó adelante en materia social, laboral y económica. A diferencia de la clase obrera, que estableció y mantuvo a lo largo del tiempo una adhesión política prácticamente inconmovible, la naciente clase media, que le debe su ascenso y consolidación, mantuvo una relación inestable, cuando no decididamente opuesta, con el movimiento creado por el general Perón. En su ascenso social, los integrantes de la clase media comienzan a desear lo que tienen los de más arriba y tienden a olvidar sus orígenes, desentendiéndose del destino de los menos favorecidos. Ese deseo los ha llevado a ser funcionales a intereses de minorías y sectores concentrados de la economía, que no los necesitan para otra cosa ni los quieren.

Es lo que está sucediendo hoy. Los que buscan imponer un modelo de exclusión cuentan con el auxilio de vastos sectores medios, que vuelven a caer en la trampa sin comprender que si triunfan ellos también serán sus víctimas. Como si estuviera en su naturaleza, actúan igual que el alacrán que a mitad del río pica a la rana que lo traslada.

Estamos librando una verdadera y decisiva batalla que es política pero por sobre todo cultural. De su resultado dependerán los desafíos de los tiempos por venir.