Solo un gobierno que representa y fue electo por grandes mayorías trabajadoras se preocupa por impulsar que las minorías conquisten derechos para sí mismas. Porque en realidad sabemos que quienes tienen vulnerados sus derechos, quienes están día a día invisibilizados, discriminados, no son minorías sino las grandes mayorías de nuestra sociedad: mujeres, disidencias, pobres, inmigrantes, y podríamos seguir enumerando. Quien quiera hacer creer que todas esas identidades en conjunto son una mera minoría, está corriendo la discusión de donde debe estar: tenemos un Estado presente, preocupado y ocupado por construir ciudadanía en cada habitante de la Argentina. Y no solamente por esto, sino también en proteger, contener y ayudar a la enorme masa de trabajadores y trabajadoras que se ha visto vulnerada durante esta pandemia.
Transitamos un mundo en crisis, en el cual la Argentina entró debilitada, endeudada y muy golpeada. De los paradigmas que ordenaban nuestra vida cotidiana previa a la situación epidemiológica actual, no quedó uno sin revisarse, cuestionarse o incluso desestimarse. Nos encontramos en un sistema cada vez más desigual.
Que nadie se salva solo está más claro que nunca. Que un país sin Estado presente es un riesgo para la integridad de su población, también. Basta mirar ejemplos vecinos para corroborarlo rápidamente. Y a eso se refiere Alberto Fernández cuando habla de la vida que queremos: sin dudas no es aquella vida que transitamos entre 2015 y 2019, una vida muy excluyente para muchos.
Hoy tenemos un Gobierno que sabe poner el foco allí donde durante algún tiempo el Estado estuvo ausente. Tenemos un Gobierno que entiende que la conectividad se ha vuelto un servicio básico y la puerta de entrada a un porvenir de calidad para nuestros jóvenes; un gobierno que aumentó el gasto público en 3,5% del PBI para destinarlo a políticas alimentarias, fortalecer el sistema de salud y acompañar a las provincias; un Gobierno que tomó la decisión necesaria de sostener el empleo, creando políticas públicas como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), Potenciar Trabajo, el Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) y el Programa de Recuperación Productiva (REPRO I y II), entre otras, porque entendió que el presente y el futuro de nuestro país dependen de que las PyMEs se pongan de pie, que la rueda de la economía vuelva a girar y que todos y cada uno tengan las necesidades básicas satisfechas. Tenemos un Gobierno que devolvió la salud pública a ese lugar del que nunca debió haberse ido y lleva adelante la campaña de vacunación más importante de la historia.
A quienes nos tocó asumir responsabilidades en medio de la crisis multifacética más importante del último siglo nos movilizó un común denominador: la voluntad de llegar a todos priorizando a los que más lo requieren. Con algunos aciertos y otros errores, fuimos gestionando una situación inédita e impensada, que nos obligó a ejercitar constantemente la autocrítica en un sistema muy convulsionado.
Nos encaminamos hacia momentos decisivos que definirán la Argentina de los próximos años y qué rumbo tendrá. Nosotros sabemos de qué lado estamos, a quiénes les queremos mejorar la vida y ayudar a construir un futuro de prosperidad colectiva: a los trabajadores y trabajadoras, a esa mayoría que día tras día se esfuerza y apuesta por lo que anhela, por el país que quieren legarle a los y las que vienen. Es momento de seguir demostrando cuál es el camino que elegimos para alcanzar esa vida que tanto queremos y nos merecemos.