La situación en SanCor no es la única noticia que conmociona al mundo de los trabajadores esta semana. La producción automotriz cayó este mes y generó más dudas que certezas.
Ante estas urgencias, el gobierno actual no ha propuesto soluciones. Por el lado de los automotores, el Plan “Un Millón” promete generar muchísimos puestos de trabajo a futuro y subir la productividad para este año en al menos un 15%. La realidad muestra que tanto en marzo como en abril, la producción cayó y no se ven respuestas. El presidente de la Asociación de Fábricas de Automotores (AdeFA), Ureta Sáenz Peña, reclamó por las aún altas cargas impositivas que imposibilitan la competitividad. El gobierno había anunciado una suba en los reintegros impositivos para las ramas industriales, claramente no basta.
El “salvataje” que acordaron hoy el ministro de Agroindustria, Buryaile, con SanCor y la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera (Atilra) supone una baja salarial (se acordarán aumentos recién el año que viene) y una modificación en el convenio colectivo de trabajo. El ministro Buryale estampó a los obreros la obligación de hacerse cargo de la crisis nacional cuando destacó que “lo más importante es que SanCor dé una muestra de austeridad”.
La impronta promovida por este gobierno es más que clara. “El Estado no puede ser el ‘pagadiós’, no puede hacerse responsable”, fue otra de las tristes frases del ministro. Estamos viviendo un fuerte cambio en lo que refiere a responsabilidades estatales.
El Estado está cada vez más ausente. Puede presentarse para promover el “diálogo”, como se suele decir últimamente. El problema es que ese diálogo siempre busca un socio empresario que esté dispuesto a hacer un nuevo negocio. El peligro es encontrarnos, pronto, frente a una Argentina desgarrada por las empresas, como lo fue en la década de los noventa.