El sábado pasado, las calles de Argentina fueron testigos de una movilización que no fue una marcha más. No se trató simplemente de una manifestación de descontento, sino de una lucha legítima de hombres y mujeres en defensa de los derechos conquistados, hoy amenazados por un gobierno que avanza con una agenda de ajuste, represión y retroceso social mediante su discurso de odio.
Desde nuestro movimiento sindical, desde cada barrio, desde cada espacio de lucha, más de dos millones de personas salimos a las calles porque entendemos que el silencio solo fortalece a quienes buscan despojarnos de nuestras libertades. Sin embargo, hoy estamos más fuertes que nunca, convencidos que el camino estar unidos y fuertes para hacerle frente al avance del autoritarismo porque una democracia real, no puede basarse en el objetivo de acallar voces distintas.
La democracia no se construye desde el miedo, ni desde la imposición de un modelo que concentra la riqueza en pocos y sumerge en la desesperanza de quienes no responden a sus intereses. La historia nos ha enseñado que los derechos no se mendigan, se defienden con la unidad y la organización del pueblo y la lucha contra la diversidad sexual y la identidad de género, no es la excepción.
Hoy, cuando el gobierno pretende arrasar con derechos fundamentales, con la educación pública, la salud, el salario digno, la justicia social y las políticas de inclusión, nos encontramos en la primera línea de resistencia. No nos dejaremos amedrentar por discursos de odio ni por políticas que buscan criminalizar la protesta. Defender el derecho a una vida digna no es un delito, es una obligación de todo pueblo libre. La instalación del miedo, a través de la mentira para armar una puesta en escena y atacar a quienes piensan diferente, jamás será una opción para nosotros.
La marcha del sábado fue un mensaje claro: Argentina no se rinde. No permitiremos que se consolide un modelo de exclusión y sometimiento. La unidad de los trabajadores, de los estudiantes, de los jubilados, de los distintos colectivos y de cada ciudadano que cree en una patria justa, igualitaria y soberana es el único camino para enfrentar este embate.
La historia la escriben los pueblos que luchan. Sigamos de pie, con convicción y sin miedo. Porque cuando marchamos en defensa de nuestros derechos, estamos defendiendo el futuro de la Argentina.