Mucho se ha dicho sobre las implicancias de las nuevas tecnologías en las demandas que desarrolla el mundo laboral para los trabajadores y trabajadoras. En esta ocasión, abordaremos las consecuencias que tienen en las estructuras empresariales y componentes del sistema productivo. Éstos también se ven ante la necesidad de innovar en sus organizaciones internas adaptándose a dinámicas más integrales que se alejan de los modelos de organización verticales y se acercan a formas más horizontales.
En los nuevos modelos organizacionales, el trabajo en equipo, así como la combinación de destrezas manuales con las intelectuales, son centrales. En el proceso de horizontalización de las estructuras productivas, toman cada vez más relevancia los denominados “puestos medios”. La incorporación de nuevas tecnologías y la importancia creciente de la investigación demandan niveles más altos de conocimientos técnicos y habilidades prácticas, siendo indispensables la formación y capacitación continuas. Sin embargo, también cobran especial trascendencia las competencias socioemocionales, también conocidas como “habilidades blandas”, ante la necesidad de gestionar mejor el empleo. Se denominan así aquellas que son derivadas de facultades sociales y de comunicación, que hacen que una persona presente cualidades para relacionarse de manera efectiva con otros. Por ejemplo, habilidad para el trabajo en equipo, responsabilidad, empatía, creatividad, liderazgo, compromiso, polivalencia y capacidad de adaptación. Los mandos medios deben tener mayor sentido de responsabilidad y contar con capacidad de liderazgo, comprendiendo que se trata de un ejercicio que va más allá de la posición jerárquica que adquieran. En ese sentido, la formación para la gestión de los y las trabajadores a su cargo debe incluir también la habilidad de inspirarlos, incentivarlos y motivarlos, así como fomentar el trabajo colaborativo y en equipo. Estas nuevas cualificaciones transforman las estructuras típicas de trabajo, brindando mayor autonomía para la ejecución de tareas y la toma de decisiones.
Las empresas que forman parte del sistema productivo comenzaron a hacer hincapié cada vez más en la formación de los trabajadores y trabajadoras en las denominadas habilidades blandas. Sin embargo, es indispensable abordar estos aprendizajes desde temprana edad, para formar futuros trabajadores que cuenten con cualificaciones muchas veces desatendidas por los sistemas educativos tradicionales. Su fomento facilita el progreso en los aprendizajes así como la adaptación a nuevos ambientes y formas de estudio. Con ese objetivo, desde el Grupo Octubre impulsamos el Espacio 13/18, orientado a jóvenes entre 13 y 18 años. Su propósito es llevar adelante una serie de encuentros dos veces al año, donde se comparten momentos de recreación, expresión, debates, actividades plásticas y deportivas que fomentan el trabajo en equipo, la creatividad y la sociabilización.
Es importante remarcar que la necesidad de emprender un nuevo tipo de formación polivalente no depende solo de las empresas. El rol del Estado, tanto como el de los sindicatos, son indispensables para el diseño de un sistema de capacitación integral, que ofrezca alternativas y cualificaciones adecuadas a esta nueva realidad laboral. La aparición de Centros de Formación Profesional innovadores a cargo de los sindicatos y en colaboración con el Estado, la adopción cada vez más frecuente de prácticas profesionalizantes que facilitan la inserción laboral en las empresas, así como la instalación de mesas de diálogo tripartitas que garantizan el respeto de los derechos de los trabajadores y trabajadoras en los nuevos sistemas productivos, son indispensables para pensar una economía sustentable, que brinde garantías para el desarrollo productivo a la vez que amplía derechos.