El 27 de octubre de 1946, Juan Domingo Perón asumió como Director del Departamento Nacional del Trabajo. Poco tiempo después (alrededor de un mes), logró que el Departamento se convirtiese en Secretaría. La mítica Secretaría de Trabajo y Previsión conducida por Perón permitió a los trabajadores tener un representante en el gobierno que dirigiese su atención a ellos.
Con Perón en la Secretaría, se dignificó al trabajo y a la clase trabajadora. Desde su lugar como secretario de Trabajo y Previsión, articuló las necesidades de empleadores y empleados, de dueños y obreros, propiciando el diálogo entre ellos pero destacando la importancia del trabajo, volviendo significativa la labor de miles de trabajadores que reconocieron en él al único que luchó por ellos.
Perón se mantuvo en la Secretaría hasta el 10 de octubre, cuando renunció a todos los cargos ante las diferencias internas del gobierno que pretendió encarcelarlo por suponerlo un rival político muy fuerte. Como he escrito en otra ocasión, esto suscitó la ocupación de las calles por las masas de trabajadores y trabajadoras, exigiendo la liberación de Perón, constituyendo lo que fue probablemente el origen del Peronismo.
El 10 de octubre, cuando dejó su cargo, lo hizo bajo la promesa de que no se desandaría el camino ganado en derechos sociales. Luego, se despidió en un emotivo discurso que dirigió a todo el pueblo argentino. Allí, resaltó las victorias de su gestión y pidió que se siguiera fomentando mayores beneficios para los que trabajan.
En el discurso (que copio en parte debajo) dejaba en claro cómo había luchado por los obreros del país. Además, antes de irse, firmó el decreto que dio origen al salario mínimo, vital y móvil. Perón fue un verdadero revolucionario en materia de derechos sociales para nuestro país. Con él, el trabajador se convirtió en hombre de derecho, pasó a ser más que un asalariado. En vistas a la realidad actual, no podemos hacer más que recordar las bellas palabras que dejó quien reivindicó al trabajador, haciendo lo posible porque la ley lo reconozca como un hombre, antes que una mercancía.
“Despojado de toda investidura, hablo hoy a mis amigos los trabajadores, expresándoles, por última vez desde esta casa, todo lo que mi corazón siente hacia ellos y todo lo que he de hacer en mi vida por su bien. (…)
Esta obra social que sólo los trabajadores la aprecian en su verdadero valor, debe ser también defendida por ellos en todos los terrenos. La Secretaría de Trabajo y Previsión acometió hace un año y medio dos enormes tareas; la de organizar el organismo y la de ir, sobre la marcha, consiguiendo las conquistas sociales que se consideraban más perentorias para las clases trabajadoras. Sería largo enumerar las mejoras logradas en lo que se refiere al trabajo, a la organización del trabajo, a la organización del descanso, al ordenamiento de las remuneraciones y a todo lo que concierne a la previsión social. Esta tarea realmente ciclópea se ha cumplido con este valioso antecedente: las conquistas obtenidas lo han sido con el absoluto beneplácito de la clase obrera, lo que representa un fenómeno difícil de igualar en la historia de las conquistas sociales. En el campo de la previsión social hemos comenzado por realizar una propaganda sobre el ahorro -posible con los mejores salarios- y luego propugnamos por el incremento de las mutualidades. Se ha aumentado el número de los argentinos con derecho a jubilación en cifras verdaderamente extraordinarias, y a este respecto cabe destacar la iniciativa de la Confederación de Empleados de Comercio, que constituye un triunfo y un motivo de orgullo para la previsión social argentina. (…)
Cuando llegué a la Secretaría de Trabajo, el primer pedido que recibí de los obreros fue la derogación de un decreto del año 1943 en el que se establecía para las asociaciones gremiales un régimen de tipo totalitario. El primer decreto que firmé en esta secretaría fue la derogación de ese reglamento, y tengo la satisfacción de decir que el último que he firmado es el nuevo régimen legal de las asociaciones profesionales, que difiere fundamentalmente del anterior, y con respecto al cual puedo asegurar que es de lo más avanzado que existe en esta materia. Bastaría decir que bajo este cuerpo legal, el gobierno, que puede intervenir una provincia o una asociación de cualquier orden, no puede intervenir, en cambio, los sindicatos obreros. También dejo firmado un decreto de una importancia extraordinaria para los trabajadores. Es el que se refiere al aumento de sueldos y salarios, implantación del salario móvil, vital y básico, y la participación en las ganancias. Dicho decreto que he suscripto en mi carácter de secretario de Estado tiene las firmas de los ministros de Obras Públicas y de Marina, y beneficia no solamente a los gestores de la iniciativa -la Confederación de Empleados de Comercio- sino a todos los trabajadores argentinos”.