Por un reconocimiento igualitario en las universidades

El sistema universitario en nuestro país no es ajeno a la desigualdad de género. Si bien la matrícula de ingreso a los estudios superiores se ha visto notoriamente democratizada, siendo hoy en un 60% integrada por mujeres, si hacemos foco en los cargos superiores, la participación femenina disminuye. Tal es la brecha que en los escalafones de autoridades universitarias (que incluyen rectores/as, vicerectores/as, titulares de áreas, secretarios/as, prosecretario/as y subsecretarios/as), el 39% son mujeres, según estudios de la Universidad Nacional de Córdoba. En el escalón superior de los rectorados solamente el 10% lo son.

En ese sentido, Graciela Favilli, Licenciada en Ciencias de la Educación y actual secretaria académica de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo – UMET reconoce que se ha avanzado mucho en la equidad de género en el acceso a la universidad. Lo mismo sostienen otras referentes universitarias como Graciela Morgade (Rectora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires), o Gabriela Diker (Rectora de la Universidad Nacional de General Sarmiento). Según los estudios sobre la feminización de la universidad, el aumento de la participación de la mujer se dio principalmente en el marco de un aumento general de la matrícula universitaria y la democratización del acceso en las décadas del 50 y 60 en Argentina, cuando diversos sectores que antes no tenían acceso, vieron posibilitado su ingreso. Sin embargo, sostiene que en la actualidad se mantiene una deuda en relación a los puestos de decisión. Esto significa que sigue pendiente la conquista de derechos en los lugares jerárquicos. “Es un hecho que los varones llegan más rápido a los lugares de decisión en todos los ámbitos de la sociedad y eso se ve claramente en los cargos jerárquicos de las universidades”. Al respecto, la Lic. Favilli vincula esta situación con el hecho de que “las mujeres fuimos formadas en la concepción de que no estamos aptas para afrontar los lugares que ofrecen situaciones de tensión, beligerancia. Las mujeres fuimos formadas en teoría para ser más conciliadoras y esos puestos no son para los varones. Esto también se vincula con los criterios de evaluación para acceder a esos cargos”.  

En la UMET, hay una decisión política sobre la distribución de cargos jerárquicos: ésta debe respetar la paridad de género. Los cuatro espacios de decisión más importantes están repartidos de forma equitativa: un rector varón, dos secretarias mujeres y un secretario varón. La asignación equitativa es un criterio de selección para los cargos. Sin embargo, resulta un caso excepcional.

Otro de los aspectos llamativos que caracterizan a los ámbitos universitarios es la persistencia en la elección de la carrera según el género. En el caso de la UMET, el 49% son varones y 51% mujeres si se considera el total de estudiantes. Sin embargo, presenta diferencias en las matrículas de carreras tradicionalmente concebidas como más “femeninas” o “masculinas”. En dicha universidad, en la Licenciatura en Informática, el 75% del estudiantado está compuesto por varones. Algo similar sucede con la Licenciatura Economía, donde el 83% lo son, o la Licenciatura en Gestión de Construcciones Inteligentes, cuya matrícula está integrada en un 87% por varones. 

Favilli reconoce que “se necesitan política de difusión activa, empezar a mostrar modelos de mujer que ejercen determinadas profesiones. Por ejemplo, mostrar que las mujeres también son farmaceúticas, no sólo empleadas de farmacia. Debemos dejar de pensarlo como una excepción, como un dato de color. Un ejemplo de ello es Stella Maris Furgoni, estudiante de la carrera de Economía de la UMET de 50 años, que es trabajadora de edificios. Es un caso que tiene que dejar de ser una excepción.” 

Como explicó Graciela Morgade en su entrevista con Página 12, no debemos engañarnos por la alta participación de las mujeres en las aulas, ya que eso no implica que cambien las prácticas cotidianas, lo que se enseña o las relaciones de poder. Mucho se ha avanzado gracias a la visibilización de esta desigualdad, pero aún queda mucho camino por recorrer en la construcción de una sociedad igualitaria en todos sus ámbitos.