Tras cumplirse 500 días de la asunción de Mauricio Macri como presidente de los argentinos, el balance es negativo para los trabajadores. Además de haber visto caer su salario real en manos de una inflación que bajó el consumo promedio, subió el número de desempleados y el porcentaje de pobres se situó por encima del 30%.
Al cumplir su primer año de mandato, el presidente se autoevaluó. En aquel momento estaba en discusión el fuerte “tarifazo” que había subido estrepitosamente los servicios de la población (sobre todo en la Ciudad de Buenos Aires). Después de asegurar que tenía el mejor equipo de trabajo de los últimos 50 años, el gobierno se deshizo de Prat-Gay y reorganizó todo el Ministerio de Economía (ahora Ministerio de Hacienda y Finanzas). Igualmente, se atrevió a evaluarse con un ocho. Nota alta, si le hubiesen preguntado a un trabajador.
El balance es negativo para los trabajadores
Desde que asumió el nuevo gobierno, se pierden alrededor de 40.000 empleos por mes. En algunas provincias se siente más que en otras: la pérdida de empleo en Tierra del Fuego llegó casi al 13%. El proceso tiene que ver con las “inversiones” que el gobierno se empeña en estimular. Se necesita un fuerte desempleo en un país para que empresas extranjeras ofrezcan trabajo con magros sueldos y obtengan respuesta positiva. Igualmente, el gobierno sigue sosteniendo que genera más empleo del que se pierde.
En el 2001, la crisis del neoliberalismo llevó a la gente a la calle: el pueblo impuso entonces un límite al libre mercado y exigió medidas a favor de los trabajadores. El resultado se vio en los años posteriores. Ahora, el freno lo pusieron los empresarios y terratenientes; entonces, las medidas pasaron a ser a favor de los grandes capitalistas (quita de retenciones, exención de impuesto a vehículos de lujo, por ejemplo).
Los miembros de este gobierno siempre se jactan de asumir sus errores y volver atrás cuando se equivocan. La última vez, se equivocaron cuando le condonaron una deuda descomunal a la familia del presidente. Solo una cosa es segura: nunca se equivocan a favor de los trabajadores y trabajadoras.