La pandemia del coronavirus nos pone a reflexionar. El aislamiento social, preventivo y obligatorio nos recluye en nuestros hogares en donde compartimos las 24hs del día con nuestras familias. Las tareas que durante mucho tiempo se han dado por sentadas, se vuelven más visibles e indispensables que nunca. Esas tareas son realizadas mayormente por mujeres: amas de casa, enfermeras, docentes, trabajadoras del hogar y cuidadoras. Por lo tanto, al hablar sobre los efectos del COVID-19 no podemos ignorar las consecuencias relacionadas a los roles de género.
En América Latina y el Caribe, más del 80% del personal de enfermería son mujeres. Esto no es una coincidencia: las tareas de cuidado, como extensión de la tradicional división de tareas al interior del hogar, están reservadas mayormente para las mujeres. En un contexto como el actual, ellas son quienes están más expuestas al virus que tiene en vilo a todo el mundo.
Además, el aislamiento afecta su estabilidad laboral. En la región, el 40% de ellas trabajan en las actividades que más se contraen durante la cuarentena: comercios, restaurantes, hoteles y trabajo doméstico. La mayoría de estos trabajos no pueden realizarse de manera virtual, mediante teletrabajo. Sumado a esto, son áreas en donde el trabajo informal es moneda corriente y por ende no tienen asegurado un ingreso si no realizan sus tareas de manera efectiva. Con el aislamiento obligatorio, el salario de muchas de las trabajadoras del hogar se ha visto en peligro, a pesar de la clara disposición oficial de que deben recibir su paga igualmente. Teniendo en cuenta que el próximo 3 de abril es el Día de las Trabajadoras Domésticas, sería importante reflexionar sobre la importancia de que tengan garantizados sus derechos laborales.
Al interior de los hogares, el aislamiento obligatorio pone sobre la mesa las desigualdades ya existentes. En América Latina, el 73% de las mujeres realizan las tareas del hogar mientras sólo el 27% de los varones hace lo propio. En nuestro país, el 71% de las mujeres son quienes llevan adelante el trabajo no remunerado en las casas. Por ende, si los niños y niñas están sin clases y la familia completa está todo el día en casa, la mujer es quien normalmente se hará cargo de las tareas de limpieza, alimentación, cuidado y educación.
A esta situación se suma la problemática de la violencia de género. Con la obligación de permanecer al interior de los hogares, muchas mujeres pueden verse en la situación de estar aisladas junto con su maltratador. En este punto se vuelven imprescindibles las redes de atención y contención. Desde SUTERH, mediante la Red Vivir sin Violencia brindamos acompañamiento telefónico a mujeres, niños y niñas víctimas de violencia de género. El teléfono es 53546652 y se puede llamar de lunes a viernes, de 10 a 17hs.
Tener todos estos elementos en perspectiva es fundamental para poder ver los efectos que el coronavirus tiene en su totalidad sobre la población. Esto, por un lado, permite tomar las medidas precisas para paliar la situación y hacer frente de la mejor manera a la crisis sanitaria y económica que esta pandemia conlleva. Por el otro, es un puntapié para dejar de naturalizar nuestra vida cotidiana y nivelar la balanza de las tareas que realizamos varones y mujeres. Durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio, todos y todas podemos ayudar a terminar con la desigualdad de género.