El trabajo a distancia es una modalidad en ascenso desde antes del coronavirus. Pero la llegada de la pandemia y la necesidad de quedarnos en nuestros hogares aceleraron el proceso. De acuerdo a un informe elaborado por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento, el 20% de los trabajadores y trabajadoras del país realizan tareas que pueden hacerse a distancia. Con la declaración del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio, debieron comenzar a trabajar desde sus casas.
Como toda transformación en el mundo laboral, esto supone desafíos para trabajadores, empleadores y el Estado.
En primer lugar, la conectividad. En Argentina, alrededor del 80% de los hogares tiene acceso a internet, al tiempo que el 60% de ellos dispone de una computadora. A esto se suman las diferencias existentes a lo largo y ancho de nuestro país, que generan un alto nivel de desigualdad a la hora de pensar en una aplicación más generalizada del teletrabajo. Segundo, el derecho a la desconexión: los trabajadores/as deben tener claramente establecida su jornada laboral, para delimitar el ámbito de trabajo y el de la vida privada. En tercer lugar, la cuestión de género. Si bien el teletrabajo es una manera de conciliar las tareas de cuidado y del hogar con las obligaciones laborales, no podemos permitir que esto redunde en una mayor proporción de trabajo no remunerado para las mujeres. Debe constituirse en una oportunidad para que aquellos varones que pueden trabajar de manera remota, comiencen a participar de manera activa del cuidado y educación de los niños/as y en las tareas domésticas.
Al interior del Grupo Octubre también nos adaptamos a los tiempos que corren y, en este sentido, parte de nuestros trabajadores y trabajadoras pasaron a realizar sus tareas desde sus casas. En la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) las clases comenzaron a dictarse a distancia, para que tanto estudiantes como profesores no tengan que desplazarse desde sus hogares. Por su parte, el Centro de Innovación Virtual para la Educación y el Trabajo sigue funcionando con normalidad, brindando su oferta académica a distancia. Además, al interior del sindicato, la Red Vivir sin Violencia continúa atendiendo de manera telefónica para que las mujeres y niños/as víctimas de violencia de género puedan acudir a este servicio en caso de necesitarlo. Por último, desde Página/12, en conjunto con la UMET, llevamos adelante una serie de charlas virtuales para socios/as en donde se analizó la economía, la gestión del Estado y la cultura en tiempos de pandemia.
Con el advenimiento de estos cambios, resta preguntarnos: ¿el teletrabajo formará parte de la nueva normalidad? Aunque no podamos responder esto hoy, es importante que vigilemos el proceso de cambios en el mundo laboral, para que los trabajadores y trabajadoras no pierdan derechos. Ante esto, es fundamental que exista un diálogo permanente entre sindicatos, empresarios y el sector público, para que en una relación de fuerzas desigual, como es la del empleador y el trabajador, se respeten los derechos del más débil. Desde SUTERH nuestro compromiso con la defensa de los trabajadores y trabajadoras es permanente, y creemos en que un rol activo por parte del Estado es central para lograrlo.