El trabajo en red como pilar para salir de la violencia

La violencia de género es una problemática que en el último tiempo ha tomado notorio protagonismo. No porque antes no existiera, sino porque cada vez más mujeres se animan a levantar su voz y expresar lo que sienten frente a ella.

De acuerdo a la ONU Mujeres, 1 de cada 3 mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual por parte de sus parejas o ex parejas. Pero esta estadística no refleja todas las violencias que se dirigen a las mujeres. Gabriela Guebel, coordinadora general de la Red Vivir sin Violencia de nuestro sindicato, afirma con seguridad “A esta a estadística habría que agregar que el 100% de las mujeres sufrimos la violencia simbólica, la que está en la cultura en la que vivimos, que nos desvaloriza, así como a lo femenino en general, haciendo lugar a las violencias más directas”. Sin lugar a dudas, ella y Patricia Paggi, coordinadora técnica del mismo espacio, poseen una experiencia y formación notables que respaldan sus dichos.

Al interior de SUTERH, en el año 2013 varias profesionales dieron forma al proyecto pionero que hasta la actualidad ha recibido a cientos de mujeres (cerca de 120 situaciones de violencia anuales) y ha trabajado para superar esas violencias de manera continuada: la Red Vivir sin Violencia. Este dispositivo tiene como norte la atención integral de las mujeres y niños/as víctimas de violencia. “Siempre nos paramos desde la lógica de la Red”, afirma Patricia, “no del servicio”. Una red de trabajo consiste en entrelazar esfuerzos de profesionales de distintas disciplinas y de todas las organizaciones responsables: “Nuestro equipo cuenta con un psicólogo, una psicóloga, tres trabajadoras sociales, también colaboran en las actividades una socióloga, comunicadora, una abogada y una operadora telefónica entrenada en el reconocimiento de la violencia”, describe Gabriela. Como afirma Patricia, la dinámica de trabajo consiste en un acompañamiento en donde “sacamos dudas, valoramos la gravedad y la urgencia de la situación, evaluamos con la mujer si ese es su  momento o no para hacer una denuncia judicial”. En sucesivos encuentros reflexionamos junto a ella y la acompañamos para que se fortalezca e identifique con mayor claridad sus posibilidades y fortalezas. Salir de la violencia no es sólo poder denunciar, por eso seguimos sosteniendo el acompañamiento aún cuando la mujer no se siente en condiciones de hacerlo. Si lo decide y lo hace, seguramente tendrá una cantidad de conocimientos y de recursos personales más sólidos para continuar el duro camino hacia la autonomía para afrontar lo que sigue, porque es sólo un comienzo. Esas son las claves del trabajo en red: el sostén profesional, el acompañamiento emocional y el asesoramiento técnico y legal.

Otra de las labores de la red consiste en organizar dispositivos grupales, talleres y espacios de formación, en donde lo que se busca es “cuestionar mitos, revisar la cultura y sus inequidades, la tutela, al amor romántico, la naturalización de la abnegación femenina, todo lo que nos dijeron que era para nosotras” intentando desmontar en conjunto y con el aporte de las experiencias de todas, prejuicios y mitos sostenidos por el patriarcado”, en palabras de Patricia. Es imprescindible derribar los cimientos del sistema patriarcal hasta llegar a entender los tipos de violencia posibles que sufren las mujeres tan sólo por el hecho de serlo: psicológica, física, económica, ambiental y sexual; no solo en las relaciones interpersonales, o en la familia, sino también en el ámbito laboral, en las instituciones, en el mundo de lo público. De acuerdo a Gabriela, la violencia sexual es generalmente la más difícil de comunicar en las entrevistas, ya que toca lo más profundo de la intimidad de una mujer. Al tener un tenor tan íntimo, es un tema que cuesta sacar a la luz pero que por esa misma razón requiere del mayor cuidado y respeto para que no siga ocurriendo, porque daña de manera integral a la mujer.

La violencia sexual impacta sobre niños y niñas tanto como sobre mujeres en cualquier contexto o entorno, puede ser un ataque sexual por parte de un desconocido o la violencia sexual intrafamiliar. Esta última forma, cuando es  intramarital, resulta difícil de identificar por parte de las mujeres, está naturalizada. Se vincula directamente con la vieja noción del débito conyugal: construcción cultural que asignó a las mujeres la obligación de satisfacción sexual de sus parejas, aun a costa de su propio deseo o placer. Terminar con estos fantasmas e ideas erróneas que van de la mano con la falsa superioridad y dominio del varón sobre la mujer, es un objetivo prioritario de la Red Vivir sin Violencia, como punto de partida para la salida de la violencia. 

No se puede cambiar lo que no se reconoce como injusto y la naturalización de las relaciones abusivas y violentas sólo deja inermes y soportándolas a sus víctimas. Para cambiar esto se construyó la Red, como un espacio especializado, solidario, amigable y respetuoso, bajo la concepción de los derechos humanos, que permite  reflexionar sobre estas y otras injusticias que producen sufrimiento a las mujeres.

¿Cómo y cuándo comunicarte? Si sentís que estás siendo parte de una situación de violencia, o que tu hijo, hija, hermana, o madre pueden estar pasando por eso, podés llamar por teléfono al 5354 – 6652, de lunes a viernes de 10 a 17hs. La atención es gratuita y totalmente confidencial. La Red es un espacio seguro, en donde un equipo de profesionales va a recibirte para escucharte, creerte y acompañarte en tus decisiones de acuerdo a tus necesidades. Va a respetar tus tiempos y sobre todo, va a respetarte como la única persona que puede decidir sobre su vida. Nuestro rol como organización y como parte de la comunidad, es brindarte las herramientas necesarias para que lo intentes, y también para que el Estado cumpla su rol y asegure una vida libre de violencia para todas y todos.

Fuentes: