El invierno ha llegado, y con él, un frío intenso que cala hasta los huesos. No solo enfrentamos temperaturas gélidas que nos obligan a abrigarnos, sino que también enfrentamos un invierno simbólico, uno mucho más cruel. Una temporada que se mide en la desesperanza y la precariedad que sufren los argentinos y argentinas, especialmente aquellos que menos tienen.
Las tarifas de gas, agua y servicios aumentaron de manera desproporcionada, poniendo una carga insoportable sobre los más necesitados. Mientras, el gobierno solo piensa en bajar la inflación ofreciendo promesas vacías que llevan al congelamiento de salarios, la pérdida de puestos de trabajo y la ruina de las pymes, que son el motor de nuestra economía.
Vivimos un frío que proviene de la indiferencia de un gobierno que ha decidido mirar hacia otro lado mientras los trabajadores y trabajadoras luchan por sobrevivir. Un gobierno que no comprendió que el rol del Estado es imprescindible para atender las necesidades de su gente.
La falta de acción y recursos destinados a los más vulnerables es un reflejo de una administración que no prioriza el bienestar de su gente. ¿Qué logran? El vaciamiento de la educación pública, la ruina del sistema de salud y la pérdida de esperanza de un futuro mejor.
Es imperativo apelar a la responsabilidad. El Estado debe asumir su rol y garantizar que ningún argentino ni argentina pase frío, tanto en sentido literal como figurado. No podemos permitir que se continúe ignorando el sufrimiento del pueblo. La política de ajuste brutal debe ser reemplazada por una política de inclusión y solidaridad, donde los derechos de los trabajadores sean reivindicados y protegidos.
La historia nos enseña que los inviernos siempre llegan a su fin pero para que la primavera vuelva, necesitamos medidas concretas, planes efectivos e inversión en recursos.
Hoy, más que nunca, es fundamental que aquellos en el poder comprendan que no se puede gobernar solo con slogans y promesas. Es hora de abrigar a nuestra Patria con acciones reales, de devolver la esperanza y de construir juntos un país donde nadie tenga nunca que pasar frío.