¿Y si probamos con un poco de cultura?

En tiempos de crisis, la cultura suele ser uno de los primeros sectores en sufrir recortes. Sin embargo, es precisamente en estos momentos cuando más necesitamos su aliento e inspiración. En Argentina, el desfinanciamiento y el abandono de la promoción cultural, promovidos por el gobierno como parte de su ajuste salvaje, están erosionando uno de los pilares fundamentales de nuestra identidad y cohesión social.

La cultura no es un lujo ni un capricho; es el reflejo de nuestra alma colectiva, la expresión de nuestras historias y valores. Sin embargo hoy el movimiento cultural se ha reducido a simples publicaciones en redes sociales. La riqueza de nuestro patrimonio cultural, se está viendo desplazada por la banalidad de likes y retweets.

Los programas de desarrollo cultural,están siendo desmantelados. Bibliotecas, teatros, centros culturales y festivales están viendo sus fondos recortados o eliminados y esto, no solo priva a los trabajadores y trabajadoras de la cultura de sus medios de vida, sino que también anula espacios de encuentro, crecimiento personal y comunitario.

Necesitamos políticas públicas que valoren y promuevan la diversidad cultural, que fomenten la creatividad y el pensamiento crítico. Urge retomar el camino de la inversión en desarrollo cultural, garantizando el acceso para todos y todas sin distinción.

La cultura tiene el poder de transformar vidas, de generar esperanza y de construir puentes en tiempos de división. Nos invita a reflexionar sobre nuestra condición humana, a cuestionar lo establecido y a imaginar nuevas posibilidades. En lugar de limitarla, debemos promoverla y fortalecerla. En vez de verla como un gasto superfluo, hay que entenderla como una inversión esencial. Es hora de dejar de lado los slogans y apostar por un verdadero compromiso que reconozca el valor intrínseco de las artes y las humanidades.

Sin duda, este es el antídoto que necesitamos para enfrentar los desafíos que se nos presentan. Es una herramienta para entendernos mejor, para sanar nuestras heridas y construir un país más justo y equitativo. No podemos permitir que su luz se apague por la indiferencia o la miopía de quienes deberían estar velando por nuestro bienestar.

En conclusión, la cultura es más que un adorno; es la esencia misma de nuestra humanidad. ¿Y si probamos con un poco de cultura? Quizás descubramos que, en ella, encontraremos las respuestas que tanto necesitamos.