John William Cooke: el peronista revolucionario

John William Cooke, cuyas cenizas descansan en el Río de la Plata hace cortos tres años, falleció el 19 de septiembre de 1968 tras una larga enfermedad. Poco antes de morir, escribió una última carta al exiliado Perón: “Cuándo Perón no esté ¿qué significará ser peronista?”.

Su última pregunta al líder del movimiento probablemente explique la confianza que tenía el General en él. Siempre atento a los consejos de Cooke o dispuesto a fundirse en una discusión, Perón llegó a reconocerlo como su intermediario en el país. Fue en 1955, cuando la dictadura militar anti-peronista (autonominada como Revolución Libertadora) triunfó en la Argentina y Perón debió exiliarse primero a Paraguay y luego a España. Poco antes, cuando el 16 de junio se intentó sin éxito el golpe de Estado, Cooke se dirigió al Ministerio de Marina y descargó los cargadores de su pistola 45 en defensa de la patria, la libertad y la democracia.

El “Bebé” (apodo que ganó en la década del 40) se recibió de abogado en 1943, año en el que Perón ingresaba en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Los avances en materia de derecho logrados por el entonces Secretario, llevaron a Cooke a interesarse por el proyecto del gobierno, dejando de lado sus fuertes raíces en la UCR. En 1945 sería electo como Diputado Nacional, tenía tan solo 25 años (lo que le valió su recurrente apodo). Desde su banca en la Cámara de Diputados, defendería activamente la Soberanía Nacional, la Justicia Social y la Independencia Económica.

En 1951, cuando se expropió al periódico La Prensa, Cooke refrendó enérgicamente: “Nosotros estamos con los obreros, y estamos contra La Prensa, porque La Prensa siempre estará, como lo ha estado hasta ahora, contra los obreros y contra nosotros”

El caso de Cooke es emblemático para entender al peronismo como un movimiento ecuménico y conciliador. John William se reconocía tanto peronista como marxista; allí radicaba su mayor tensión con el jefe del movimiento. Igualmente, como representante del peronismo en Argentina, supo radicalizar el peronismo cuando éste estaba completamente proscripto. En 1957, “el gordo” logró escapar (junto a Cámpora y otros compañeros) de la prisión de Río Gallegos. Se radicaría entonces en Chile para organizar, desde allí, la resistencia.

La postura revolucionaria de Cooke nunca fue oculta. Entendía al peronismo como un movimiento revolucionario, lo único que faltaba (según él) era la ocasión precisa.

En 1968, finalmente, sucumbiría a un cáncer de pulmón. Los restos de Cooke se mantuvieron ocultos durante la prohibición que rigió del peronismo, y continuaron del mismo modo hasta hace tan solo tres años. En un acto realizado por el (entonces) vicegobernador de Buenos Aires Gabriel Mariotto, sus cenizas fueron arrojadas al Río de la Plata, tal como lo pedía su testamento.