Hablar de cultura siempre supone un tema un complejo, debido a que existen tantas definiciones como visiones acerca de qué es. Sin embargo, no tenemos por qué detenernos a definir si la cultura es tal cosa sí y tal cosa no. Por el contrario, considero que la cultura puede ser todo: Tradiciones, modos de vida, historia, leyes, tecnología, movimientos, todo tipo de manifestaciones artísticas…la lista podría seguir y seguir dependiendo de con quién se esté hablando.
Pero en este editorial, yo quiero detenerme a hablar acerca de uno de los mayores desafíos que tenemos por delante en este 2022: El de pensar en la cultura como motor del cambio y la integración social.
Teniendo en cuenta lo que describí anteriormente, es evidente por qué la cultura puede y tiene que funcionar como un puente integrador entre los grupos y las personas que forman parte de una sociedad. Porque la cultura tiene la característica de ser todo aquello que el hombre crea, y puede funcionar como una herramienta para transformar la vida de las personas.
El desafío, pasa por cómo promover la cultura en beneficio de la integración social. Para esto, es fundamental que, desde el Estado, las organizaciones y las instituciones promuevan y fomenten políticas que impulsen la difusión de actividades y espacios culturales. No como un mero ítem con el que hay que cumplir, sino que la cultura se convierta en una verdadera bandera que levantamos, porque creemos en su capacidad transformadora.
Debemos promover una cultura que ponga el énfasis en la integración social, reflejando aquellas historias y problemáticas que atraviesan a los grupos minoritarios, para así poder encontrar propuestas que solucionen y mejoren estas problemáticas.
La cultura tiene que funcionar como aquella herramienta de la que se valen las personas para contar su realidad, para instalar el debate social de aquellas temáticas que han sido invisibilizadas históricamente, para instar a las organizaciones y gobiernos a tomar cartas en el asunto y crear soluciones que aseguren una sociedad cada vez más justa e integrada.
Sé que nos encontramos ante un desafío un tanto utópico en un 2022 que aún está marcado por la pandemia, como dice la frase “lo urgente no deja tiempo para lo importante”.
Pero también sé que este nuevo año puede ser aquél que nos dé la oportunidad de volver a pensar en nuestros estilos de vida, en mirar al otro y ver qué necesita, y un buen primer paso para esto, es volver a recuperar nuestra capacidad de crear y fomentar cultura, para continuar luchando por transformar y mejorar la vida de las personas.